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¿Qué crees que hubiera sido lo primero que respondería un extranjero a la invitación de invertir en Colombia, hace unos 20 años? Probablemente un “NO” con razones de peso para no invertir en un país “riesgoso”, en “guerra”, sin la certidumbre de un claro norte de crecimiento económico.
Dejemos esta pregunta sin responder por ahora, y empecemos a hablar de Venezuela.
Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar este país para participar de un evento sobre emprendimiento e inversión, que se llevó a cabo en la ciudad de Caracas.
Era la primera vez que visitaba Venezuela.
Aunque había preguntado a varios venezolanos que ahora residen en Colombia acerca de qué esperar en esta visita, las respuestas variaron tanto entre tintes de optimismo y un sentimiento de complejidad en el día a día. Así que no sabía que esperar.
Para darles una idea de la complejidad de este día a día, nosotros en Colombia venimos “quejándonos’ de una inflación de 12%, mientras que en Venezuela vienen “celebrando” que tienen la inflación más baja de los últimos seis años: 242%! Imaginen lidiar esto en el día a día.
Llegué al Aeropuerto Simón Bolívar, en La Guaira y les confieso que sentí un “déjà vu” con el puente aéreo de Bogotá. Un aeropuerto lejos de ser moderno, con pocos aviones en la pista, aerolíneas desconocidas haciendo rutas que antes eran de Avianca, American Airlines y Lufthansa.
Lo primero que vi cuando salí del aeropuerto fue un edificio terminado a 90% que hoy está abandonado. Iba a ser un hospital.
Sentí un contraste luego de emprender el camino hacia Caracas, de recorrer 21 kilómetros en una carretera entre playa y montaña. Sin mentirles podría ser un autobahn en Suiza.
Luego fue que aprendí que Venezuela tiene más de tres veces la cantidad de kilómetros pavimentados de carretera que tiene Colombia.
Durante los dos días que duró el evento, en presentaciones del Ministro de Economía, el Director de Venecapital (equivalente a Colcapital), la agencia de competitividad, (Conapri) y en conversaciones con varios empresarios, es que se acentúan aún más estos contrastes.
Hace tan solo 10 años tenían exportaciones petroleras que llegaban casi a los US$100 billones. Para hacernos una idea, es casi el equivalente a 1/3 del total del PIB de Colombia. Hoy las exportaciones de petróleo en Venezuela apenas llegan a US$8 billones.
Tienen la reserva de gas más grande de Latino América, pero a la vez cuando mostraban el número de startups del país, no pasaban de 60.
No hay un solo proptech (empresas de tecnología en edificios y construcción) y apenas una insuretch (sector asegurador) y una agtech (sector agro) en Venezuela.
Para darles un contraste de esta cifra, Colombia - solo en empresas fintechs - hay más de 350 startups.
Volviendo a la pregunta inicial acerca de que si un extranjero invertiría en Colombia hace unos 20 años, me hago la pregunta que si yo invertiría en Venezuela en este momento.
Mi viaje me mostró una Venezuela que claramente no se lee en las noticias, de empresas prosperando y líderes en la adopción de tecnología como Digitel, la segunda teleco más grande del país, y el banco BNC que tiene un “track-record” de innovación y que está liderando la cooperación entre bancos y fintechs en Venezuela.
Ya a nivel de startups, encuentras empresas que en un principio parecen las copias de un Rappi, Frubana o Addi, pero cuando las miras de cerca tienen mucho más profundización de producto que los de Colombia.
Ridery, el “Tappsi” de Venezuela, no solo ofrece servicio de taxis, sino también de motos, envíos, y hasta servicio para conectar camiones de carga. Algo que de hecho nunca hicimos con Tappsi al no tener tal vez la oportunidad de crecer a más verticales.
Mi respuesta entonces es, yo SÍ invertiría en Venezuela.
De hecho, en Tpaga estamos viendo si entramos a este país para ofrecer billeteras marcas blancas para bancos y telcos.
Sin duda hay riesgos, como tal vez lo tuvo invertir en Colombia hace unos años, y definitivamente hay que entrar con un socio local.
Pero si las cosas empiezan a mejorar, como se vislumbre en un inicio del levantamiento(s) de sanciones, puede ser una oportunidad gigante para entrar a un país que a menos de mil kilómetros de Bogotá, con un TAM de 30 millones de consumidores y otros 8 millones viviendo por fuera, tal vez también pensando volver a invertir.