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Analistas 10/02/2022

Char sin miedo

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

El tan esperado lanzamiento de #EstoesCambio, con la chiva de la denuncia de Aida Merlano en contra de Alex Char, terminó convertido en un debut de telenovela de una amante despechada, al mejor estilo de Corín Tellado, que en una verdadera acusación sustentada con pruebas. Como muchas denuncias inocuas a las que nos tienen acostumbrados, la única evidencia que allegaron fue el testimonio de una prófuga de la justicia auspiciada y protegida por el régimen de Nicolás Maduro. Coincidencialmente, lanzada en plena época electoral y buscando hundir al heredero del clan político de mayor hegemonía en la Costa Caribe, quien representa una verdadera amenaza para Petro -al menos en la región del país que ha definido las últimas elecciones presidenciales-.

Independiente de las cualidades personales y morales de Alejandro Char -o la falta de-, la pregunta que nos deberíamos hacer como votantes es, ¿cuáles deben ser las reglas del juego en esta campaña electoral? ¿Importa el daño colateral a familia, esposa e hijos? ¿Debemos creer en las denuncias de delincuentes y prófugos de la justicia avalados por nuestros enemigos? ¿Qué pruebas -más allá de su testimonio- realmente aportó? ¿Creemos en la independencia de la Corte en procesos de índole político? ¿Por qué tanto interés de los medios en favorecer al candidato de consenso en La Habana?

Si de compra de votos y corrupción se tratara, estarían exigiendo una verdadera respuesta sobre la investigación de las bolsas de dinero a Petro; indagando sobre las estructuras empresariales mafiosas creadas por el régimen chavista para apoyar el proyecto político de Piedad Córdoba y sus contertulios; alertando sobre la injerencia de Rusia y China en los comicios electorales de 2022 y el sorprendente incremento de seguidores de Rodolfo Hernández en la aplicación china TikTok; y analizando los verdaderos riesgos que pueden poner en jaque a la democracia colombiana.

Siempre ha existido la discusión -ética y legal- de hasta dónde deben influir los medios en el resultado de una elección. Esa línea se ha vuelto difusa en parte por las redes sociales, las noticias falsas y los ataques provenientes de bodegas de información. En Estados Unidos esta guerra sucia es muy común. A Bill Clinton le sacaron varios trapitos al sol hasta lograr su ‘impeachment’. A Trump le fabricaron un dossier ruso y lo acusaron de silenciar prostitutas. De Hunter Biden filtraron fotos consumiendo droga.
En Colombia -hasta el momento- se había respetado la vida privada de los candidatos. Desde Gaviria hasta Duque habían surgido rumores de infidelidad, homosexualismo, violaciones, agenda sexual, hackers y demás, pero los medios tradicionales habían mantenido cierta prudencia. Sin embargo, hay quienes sostienen que los personajes públicos no tienen derecho a la privacidad y que sus vidas deben ser un libro abierto -como Samper-. A donde uno mire, seguro hay algún escándalo personal que se puede fabricar para empañar la posición del candidato de turno e influir en las elecciones.

Bajo la premisa del ‘todo vale’ para aumentar suscriptores, deberían incluir una sección de fotos ‘Juan Sin Miedo’ y convertir sus ‘likes’ y ‘tendencias’ en voyerismo de paradero, y promocionar su medio como el pasquín amarillista de la época con el #MásEspacioMenosCambio.

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