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Analistas 25/07/2024

Espejismo

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

En menos de una semana tendremos elecciones en Venezuela, y aunque las encuestas dan como seguro ganador a la oposición en cabeza de González Urrutia - la mayoría dando 40 puntos de ventaja al candidato de la oposición- veo muy difícil que Maduro se baje del caballo de manera civilizada, sin una negociación que le garantice inmunidad total para él y su círculo más cercano. Lo sorprendente, es ver que el régimen haya perdido todo el apoyo popular justo en el momento que los venezolanos sienten que están viviendo un relativo renacimiento de su economía.

La realidad es que lo que viene sucediendo en el vecino país es espejismo político. Creen que están viendo el oasis económico, pero la realidad es que siguen viviendo en el desierto de corrupción, pobreza y desesperanza que instauró el chavismo hace ya más de 25 años. El supuesto boom económico venezolano no es real. No ha cambiado nada estructuralmente para justificar el supuesto crecimiento económico.

Lo que en realidad terminó pasando es que Maduro -sin importarle lo que piensen los gringos y haciendo caso omiso a las sanciones internacionales- montó la operación de lavado de activos más grande del mundo. Abrió el chorro de la corrupción, la minería ilegal de oro en el arco guayanés y el narcotráfico al sector financiero venezolano. Permitió repatriar divisas y que el país se inundara de dólares. Algo parecido a la famosa ‘ventanilla siniestra’ en Colombia en épocas de Alfonso López Michelsen, pero con esteroides. Esto flujo de dólares generó un estartazo (arranque súbito según RAE) de la economía, impactando desde el vendedor de arepas hasta el concesionario de Ferrari en Caracas.

Pero el venezolano de a pie ya no come cuento. Están cansados de los abusos y la retórica barata que prometió el Socialismo del Siglo XXI. Están hartos de la pobreza y la criminalidad que ha permeado sus grandes ciudades. De los atropellos del régimen con personas como María Corina Machado, quien valerosamente no se ha cansado de enfrentarlo desde que en 2012 le plantó cara a Chávez en la Asamblea por las expropiaciones llamándolo ladrón, lo que le costó una golpiza por parte de sus gorilas que le deformó el rostro. A pesar del cerco personal, moral y físico que le han montado, es gracias a personas como ella que hoy los venezolanos sueñan con recuperar su país. La tarea de reconstrucción no será fácil, pero están dispuestos al sacrificio y al esfuerzo de volver a empezar, frente a la alternativa de seguir bajo el yugo de la dictadura madurista.

Pero me temo que como todo buen dictador tipos sus amigos cubanos o Putin, terminaran por robarse las elecciones y no permitir que el sueño se haga realidad. Los narcos, los corruptos y las agencias de inteligencia extranjeras que controlan ese país, saldrán al auxilio del capo de capos -pues de lo contrario se les acaba el negocio y dejarán de vivir sabroso- como ya están acostumbrados.

Y mientras eso pasa en Venezuela, nuestro gobierno y el resto del mundo pasan de agache. En Estados Unidos están enfrascados en una contienda electoral que no les permite mirar más allá de sus propias narices. En Europa solo tienen ojos para Putin y evitar que las guerras de Ucrania e Israel se extiendan a su continente. Y en Colombia, Petro es consciente que más temprano que tarde va a tener que acudir al régimen del vecino país para que le dé un cursillo sobre manejo de dictaduras plataneras, pues la paso que va es la única manera en que podrá perpetuarse en el poder.

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