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Analistas 16/05/2024

La Camorra

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Muchos analistas y empresarios siguen creyendo que Petro, sin importar lo desastroso que pueda ser, se va en 2026. Ya empiezan a hacer cábalas de quien puede ser su sucesor. Afirman que la institucionalidad colombiana -en especial la Rama Judicial- es independiente, y que nuestras Fuerzas Armadas nunca permitirán que un líder populista y autoritario se pase la Constitución por la faja. Muchos de los que lo ayudaron a elegir, como Claudia López, los hermanitos Santos, Daniel Coronell y otros, ya empiezan a desmarcarse y a criticarlo públicamente.

Lamento aguarles la fiesta. A mí me pagan por pensar mal, y si algo tiene Petro, es de todo menos de pendejo. Él tiene muy claro el plan para buscar extender su mandato y lo viene ejecutando al pie de la letra. No lo piensa lograr bajo el marco constitucional, sino por las vías de hecho, como está acostumbrado.

Su incompetencia para gobernar y la falta de resultados de su gobierno, es parte de su plan maestro para destrozar la economía y convertirnos en un Estado asistencialista, donde el pueblo tenga que depender de los subsidios o limosnas que él nos brinde. La división y odio entre sus más fieles colaboradores, como la pelea entre Laura Sarabia y Carlos Ramón González, es el entorno de cizaña creada por líderes autócratas como él, que sobreviven bajo el lema de ‘divide y reinaras’. Y con sus ataques continuos a la clase empresarial, no solo ha logrado doblegar al hombre más rico de Colombia, sino a muchos otros empresarios que consideran que, si alimentan al cocodrilo, no se los comerán.

El reciente escándalo de la supuesta coima al presidente del Senado con fondos de Ungrd, es otro ejemplo de su estrategia para usar el aparato corruptor del gobierno para desprestigiar a sus opositores -y de paso a las instituciones que representan-. Y cuando no son capaces de comprar conciencias con cuotas burocráticas, sobornar magistrados, manipular fiscales o amedrentar a los organismos de control, amenazan con la Cidh invocando un supuesto golpe blando.

Anticipándose a lo que está por venir, el Ministro de Defensa está dedicado a auditar los gastos reservados de las Fuerzas Militares en busca de casos de corrupción en gobiernos anteriores, para usar de munición contra sus antecesores y los altos mandos militares. En Ecopetrol hacen lo mismo para acabar con el legado de Felipe Bayón -y de paso con la industria-. Y el exministro Leyva está de niñero de Mancuso siguiendo el libreto de Iván Cepeda, para asegurarse que la JEP termine de crucificar a Uribe y así redondear la faena.

Mientras tanto, muertos como Iván Márquez reaparecen en escena no solo dejando en ridículo a la inteligencia colombiana, sino demostrando una vez más que los narcos son los que imponen la agenda y exigen una constituyente.

Por eso, cuando Petro convoca al pueblo e inunda las calles con banderas del M-19; o aparece el 1 de mayo al lado de la hija del comandante Carlos Pizarro; o prohíbe cantar el himno o izar la bandera en eventos militares; está buscando camorra, al mejor estilo de las mafias italianas, para encender la mecha y generar el caos.

Frente a este panorama, dudo que la gente de bien por medio de protestas pacíficas vayamos a ser capaces de frenar a este engendro de dictador. Es como traer una navaja a una pelea de pistolas.

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