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Federico Gutiérrez hizo un llamado a su contrincante Alejandro Gaviria y le pidió ser más coherente en su discurso. El reclamo se suscitó a raíz de que este último cambiara de opinión sobre su oponente, según la audiencia y la conveniencia.
Aunque no es la primera vez que vemos este tipo de volteretas en Gaviria -sucedió con el nombramiento de Carrasquilla en el Banco Central- el reclamo no dejaría de ser una simple anécdota, si no se tratara de un personaje que se presenta como académico anti-político y se lanzó al ruedo con el lema de “la Ética de la Verdad”. Como bien le contestó Federico, “que el tiempo no le castigue la lengua”.
Dentro de las críticas, el académico lo tildó de ‘facho’ y lo señaló de ser el candidato de la extrema derecha, buscando encasillarlo en ‘el que diga Uribe’ y sacarlo de su carril. Algo debe estar haciendo bien Federico, buscando alianzas con Peñalosa y Char, que lo tiene preocupado. Lo irónico es que el ex rector -en su video de lanzamiento- dijo que su forma de hacer política iba a ser diferente, fresca, sin atacar a las personas y debatiendo las ideas. Poco le duró.
Uno no puede vivir de la vanidad intelectual, despotricar de la clase política, hacer el papelón de inscribirse por firmas y posar de independiente, después de haber saltado de cargos burocráticos entre los gobiernos de Uribe y de Santos, tener un matrimonio de conveniencia con César Gaviria, lograr el apoyo de Santos y sus enmermelados, y montar una campaña con la maquinaria tradicional. Está bien aceptar que está más cerca de Petro que de Gutiérrez, pero debe tener cuidado con autoproclamarse el dueño de la moral, si su vida no es precisamente un libro abierto.
En esta campaña van a surgir jueces ideológicos queriendo satanizar a la derecha y adueñarse del centro, como si esa franquicia la vendieran. Seamos claros: los temas sociales, ambientales y de erradicación de pobreza, no le pertenecen a la izquierda; la paz, la tolerancia y los temas de igualdad de género, no le pertenecen a los de centro; y la seguridad y el orden, la protección de la propiedad privada y la justicia, no son exclusivos de la derecha. Al final de cuentas, la mayoría queremos lo mismo, la diferencia es el cómo.
En vez de encasillar a los precandidatos de entrada con rótulos de fachistas, progresistas o comunistas, quitémonos el velo ideológico. Evaluemos su trayectoria y veamos qué propone cada uno para resolver los problemas y necesidades de la gente. Cómo piensan sacar a 10 millones de colombianos de situación de pobreza; recuperar la seguridad en los territorios de la mano de la fuerza pública para asegurar que no asesinen a líderes sociales o a nadie por pensar u opinar diferente; disminuir las 300.000 hectáreas de coca que tienen inundado al país y desplazar a las bandas criminales; acabar con los carteles de contratación y asegurar que no sigan saltando de tapia en tapia adueñándose de lo público; generar riqueza en vez de administrar pobreza; y aprovechar nuestros recursos naturales, explotando el potencial minera y agrícola del país respetando el medio ambiente.
En 2022, vamos a necesitar menos moralismo ideológico y más capacidad de ejecución, para que a la inversa del conocido refrán, ‘la mujer de César no solo deba parecerlo, sino serlo’.