Analistas 30/01/2025

Molinos de viento

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

He señalado varias veces sobre el riesgo que representa Petro para la democracia colombiana, a pesar de su incompetencia para gobernar y sus problemas de adicción. También advertí que la nueva administración Trump iba a entrar pisando duro y utilizar todo su arsenal legal y comercial para perseguir a los países y empresarios amigos del régimen de Maduro. Lo de días pasados fue una pequeña muestra de las repercusiones que podríamos estar enfrentando todos los colombianos si Petro y la izquierda se mantienen en el poder, incluyendo aquellos que no comulgamos con Petro, Santos y sus aliados en el poder.

Dicho eso, creo que la nueva administración Trump y su secretario de Estado Marco Rubio, tienen que ser muy cuidadosos y estratégicos al momento de imponer medidas como herramienta de negociación y presión. En esta ocasión lograron lo que querían e hicieron que nuestro Mandatario variopinto tuviera que comerse sus palabras -o sus tweets-. Pero no se equivoquen, Petro es un guerrillero astuto que entiende que un conflicto con Estados Unidos es su tabla de salvación. Llevaba años buscando un enemigo común -y lo encontró-. Aprendió que con un tweet puede encender el fuego, crear el caos, decretar estados de excepción y redireccionar la atención de los colombianos. Nada más populista y nacionalista que una guerra de cualquier índole, arropándose en la bandera tricolor e invocando el espíritu de Aureliano Buendía --como cualquier Don Quijote peleando contra los molinos de viento-.

El impasse de este domingo fue la excusa que utilizó Trump para mandar un mensaje fuerte a toda la región. Ellos ya venían tomando nota sobre la posición de Colombia con relación a la lucha contra las drogas; su complicidad con el tráfico humano por el Darién; el salvoconducto que le otorgaron a los carteles de droga que operan en la frontera con Venezuela y la consecuente tragedia humana que se vive en el Catatumbo; su apoyo incondicional a la narco-dictadura de Maduro y al régimen de Cuba; su permisividad al posicionamiento geoestratégico de China, Rusia e Irán en la región; y su retórica en temas de cambio climático y con respecto al conflicto Israel - Hamás, entre otros temas apremiantes para la nueva administración.

Pero por más que muchos colombianos aplaudimos que a Petro y a sus secuaces les quiten las visas, les persigan sus bienes y les cierren la puerta en Estados Unidos, hay que ser cuidadosos con las tarifas impuestas al aparato productivo colombiano, pues el empobrecimiento de nuestra nación es justamente lo que Petro está buscando para mantener el yugo sobre los menos favorecidos y buscar perpetuarse en el poder. Los famosos juegos del hambre que tantos frutos les han brindado en Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Estados Unidos no puede dar papaya, caer en la trampa y convertirlo en mártir. Hoy es un presidente desprestigiado y sin ningún tipo de liderazgo nacional o regional. Medidas extralimitadas como las que presenciamos el domingo pasado podrían revivirlo y fortalecerlo, obligando a un sector importante del empresariado -y de nuestra población- a saltar al bando equivocado. Esto abriría las puertas comerciales a China, entregándoles otra pieza importante del ajedrez geopolítico a Xi Jinping.

Como bien ilustra The Economist esta semana con la imagen de un fiero dragón en un espejo retrovisor: “Los objetos reflejados están más cerca de lo que aparentan”.