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En tiempos de caos e incertidumbre, hay una característica que describe o resume la postura del empresariado colombiano frente a los ataques continuos de este Gobierno y sus intentos reformistas, la resiliencia. Son los empresarios quienes han demostrado capacidad para reaccionar, adaptarse y prosperar en sus negocios, a pesar de este Gobierno errático e improvisador.
Acostumbrados a más de 50 años de violencia, secuestros y extorsión, ataques terroristas, asesinato de dirigentes políticos y líderes sociales, narcotráfico y delincuencia organizada, corrupción, destrucción del tejido social y el intento continuo de los grupos al margen de ley de subvertir el régimen constitucional y las instituciones democráticas, son conscientes que no es momento de tirar la toalla. Algunos pocos se marcharon, pero la mayoría ven el riesgo y la adversidad como oportunidades para invertir, crecer, generar riqueza y construir país.
Colombia es un país con una geografía única, con todo tipo de recursos naturales, fauna y flora, y lugares exóticos sin explorar. Habitada en su mayoría por gente trabajadora, empujadora, alegre y rumbera. Tristemente un puñado de desadaptados de todas las vertientes se ha empeñado en acabar con el país, atacar el aparato productivo, destruir valor y hacer trizas las instituciones a punta de constituyentes y procesos de paz, para convertir a Colombia en una cloaca socialista sin esperanza y sin progreso.
Los empresarios son conscientes que depende de ellos -y solo de ellos- evitar que Petro se lleve al país por delante. Por eso en vez de embarcarse en luchas ideológicas quijotescas o intentos de golpes infructuosos -como ha ocurrido en otros países-, han decidido responderle con lo que a Petro y a la izquierda le genera mayor escozor y preocupación.
Hacer empresa, generar trabajo, crear valor y ayudar a la gente a prosperar por sus propios medios -sin asistencialismo ni limosnas-. Su actitud y mentalidad es ejemplo de temperancia y ecuanimidad. Han acudido a los caminos democráticos para frenar los intentos reformistas. Le propinaron una derrota importante en las elecciones regionales y se preparan para apoyar a los nuevos burgomaestres a ejecutar sus planes de gobierno y generar esperanza en la ciudadanía.
Es indispensable que ciudades como Bogotá, Cali y Medellín logren victorias tempranas en materia de seguridad, devolviéndole la paz y la tranquilidad a la gente en su día a día. Es necesario mostrar avances tangibles en los megaproyectos de infraestructura como el Metro de Bogotá, para que los contribuyentes sientan que sus impuestos no terminan solo en corrupción.
Es imperante que instituciones como la Fiscalía y la Procuraduría lleven a buen puerto sus investigaciones y acusaciones sobre la presunta corrupción en la campaña presidencial de Gustavo Petro, para que el votante siga teniendo confianza y esperanza en nuestro sistema democrático. Igualmente, que la justicia transicional entregue resultados reales sobre el conflicto armado y la responsabilidad de -todos- los grupos al margen de la ley, porque a la fecha parece más un traje hecho a la medida de las Farc para buscar condenar a Uribe y los militares que los combatieron.
En ultimas, necesitamos como país recuperar la seguridad -jurídica y física- para dar garantías a empresarios e inversionistas extranjeros a seguir confiando y creyendo en el país, pues es la única manera de generar riqueza, trabajo y prosperidad para la gente.