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Seamos claros y no hablemos en jeringonza. Aquí no estamos eligiendo al candidato más afín a nuestros principios y formas de pensamiento. Tampoco el más elocuente o el que creamos que está más preparado para manejar un país tan polarizado y violento como Colombia.
Tristemente -y por quinta vez consecutiva- estamos votando para evitar que la izquierda latinoamericana, a través del señor de las bolsas, llegue al poder. En un momento donde las cifras macroeconómicas muestran un país en crecimiento, el desempleo disminuyendo, los índices de pobreza y hambre mejorando, y la polarización del proceso de paz pasando la página, no es momento de patear el tablero.
No hay que ser ingenuos y dejarse meter los dedos en la boca. Petro NO representa ningún cambio. Los que creen que votando en blanco -o absteniéndose- están siendo fieles a sus principios, se equivocan. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos evitar que se ponga en riesgo la democracia, en especial cuando el accionar del candidato de izquierda es previsible desde todo punto de vista.
Hay que votar el domingo para evitar un cambio en el modelo de país que nos pueda llevar a la ruina; para frenar que un grupo de políticos corruptos -enmermelados y camaleónicos- determinen las reglas del juego y se perpetúen en el poder; para que la gente que exige una educación de calidad, no permita que Fecode siga destrozando el futuro de sus hijos; para no dejar que, con la excusa del hambre, controlen los precios de los alimentos y se enriquezcan, como ocurrió con PDVAL en Venezuela; y para proteger los medios de producción y no permitir que terminen manejando Ecopetrol y las pensiones de los colombianos, como su caja menor.
A pesar de su alocución el martes, porque lo sostengo. Fue guerrillero y cometió todo tipo de delitos de lesa humanidad por los cuales nunca hubo un gramo de verdad, justicia, reparación o arrepentimiento. Lleva más de 30 años viviendo de la teta del Estado como un millonario, sin justificar el origen de su fortuna. En su paso por la Alcaldía de Bogotá, acabó con la ciudad y generó un retroceso sin precedentes, de la cual los bogotanos aún no nos recuperamos. Dice representar una nueva clase política, más hoy en día está metido con Roy y lo más profundo de la cloaca de la política tradicional, que tanto dice querer acabar.
Y sus estrategias -como quedó plasmado en los Petrovideos- no tienen límite ético ni moral. Dispuestos a inmolarse, están empleando todas las formas de lucha, como aprendieron en la guerrilla y utilizando métodos extorsivos para amedrentar a la población y obligarlos a votar por ellos, incluyendo enviar a su hija para mandar el mensaje, ‘que, si pierden, se va a incendiar el país’. Desempolvaron al hermano del Nobel – aquel que ferió el país en La Habana-, y en conjunto con el puñado de ‘periodistas de marras’, presentaron una serie de acusaciones falsas -o puñaladas traperas- con el fin de asegurar que el ingeniero llegara herido de muerte a las elecciones del domingo próximo, pero fueron tan obvios que está generando el efecto contrario.
Por eso, señores votantes, tenemos que actuar con sensatez y cabeza fría y votar el domingo
por el candidato que le puede poner el tatequieto a ese concierto para delinquir.
ToConSaPe - Todos Contra el SantiPetrismo.