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Analistas 19/09/2024

Un optimista Informado

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

La semana pasada estuve en el Congreso de la Andi en Medellín y me sorprendió el optimismo generalizado de sus asistentes. Entiendo que este gremio de empresarios no tiene mayor opción que ver los indicadores de este gobierno con un grado de optimismo y fe. A diferencia de otros, ellos no pueden empacar sus maletas e irse. Millones de colombianos y sus familias dependen directa o indirectamente en su determinación de apostarle al país. De ellos depende en gran medida, una posible reactivación económica, la generación de empleo, el crecimiento de las exportaciones, la carga fiscal, la devaluación de la moneda y la estabilidad macroeconómica, entre otros temas apremiantes. Sabiamente han optado por no confrontar directamente al gobierno y confiar en que su mandato termine en dos años.

Sin embargo, siempre he creído que un pesimista es un optimista bien informado. Cuando advierto de los riesgos de una posible ruptura constitucional, no es por actuar como el ‘pastorcito mentiroso’. Es para asegurarme que nuestros líderes empresariales -y aquellos que me leen- estén preparados para enfrentar los posibles escenarios y que la marea no los agarre con los pantalones abajo. No podemos ser ingenuos y esperar que las cosas se resuelvan por ‘default’. Debemos actuar desde nuestras respectivas orillas para garantizar que en Colombia se respete la Constitución, los principios de separación de poderes, las instituciones democráticas y el imperio de la ley.

Ya hemos visto cómo en países como Chile, Venezuela y México, la izquierda ha secuestrado la democracia para convocar constituyentes, robarse elecciones o destruir el poder judicial. En Venezuela -al igual que en Rusia, China y muchos otros regímenes dictatoriales- las elecciones son una burla para sus pueblos y para la oposición. Los recientes comicios fueron ‘La Crónica de un Fraude Anunciado’.

En México, Amlo aprovechó su caudal político y la chequera gubernamental para imponer una presidenta con la espada de Damocles para asegurarse que su mandato continúe. Mientras el fogón seguía caliente, terminó de cocinar una reforma judicial que pretende acabar con la independencia y la magistratura del poder judicial. México, te rajaste.

Hay que ser conscientes que en Colombia estamos solos. Ya no existe un Estados Unidos -policía del mundo- dispuesto a utilizar su poderío económico o militar para tumbar dictadores, frenar invasiones o desmantelar grupos terroristas. Su credibilidad como potencia mundial -o aliado- está en entredicho. Sus sanciones son cada vez menos efectivas y la diplomacia americana ya no tiene dientes. No importa si es Harris o Trump, en el fondo ninguno de los dos va a salir a nuestro rescate.

Depende de nosotros mismos, empresarios, oposición, líderes de opinión y votantes, de unirnos y trabajar mancomunadamente para que los fantasmas que invoca Petro no se materialicen. El momento de actuar es ahora -y con contundencia-. Tenemos que defender la independencia de los organismos electorales. Ser enfáticos y solidarios en no permitir que Petro insulte a las altas cortes, a los magistrados y menos aún que crea que puede desconocer sus fallos. Tampoco podemos seguir aprobando reformas tributarias o darle gasolina para pasar reformas en el congreso, comprar conciencias y ganar elecciones.

Que no nos pase lo de nuestros países vecinos: que cuando queramos actuar, ya sea demasiado tarde.

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