Analistas 13/02/2025

Yo no lo crie

Andrés Otero Leongómez
Consultor en Investigaciones e Inteligencia Corporativa

Petrosantismo- como lo ha denominado el expresidente Duque-, aparentemente fue el espíritu del pacto entre Juan Manuel Santos, las Farc y el Foro de Sao Paulo, gestado durante el proceso de paz de La Habana, con el fin de asegurarse que un representante de la izquierda llegara a la Casa de Nariño y terminara de redondear la faena. Proyecto político que, ante la explosión y debacle de este gobierno, el padre de este engendró hoy nos trata de convencer que “yo no lo crie”, desconociendo el papel de sus alfiles Roy, Benedetti, Prada, Cristo, Lizcano y demás, en este desgobierno.

Pero mientras ‘Nari’ ardía y los ministros abandonaban el barco, dos personas llamadas a promover la calma aprovecharon para atizar el fuego. El primero fue el expresidente Uribe, quien no desaprovechó este momento para señalar a los responsables del caos que vive Colombia y acusar al expresidente Santos, a Soros, a Usaid y a Iván Cepeda entre otros, de orquestar y financiar la estrategia judicial que pretende enterrarlo políticamente.

Para los ojos de la mayoría de colombianos, el juicio contra el expresidente Uribe es una clara persecución política de sus enemigos de marras. Desafortunadamente para él, esta sentencia fue escrita y firmada desde antes que terminara su mandato. Hay que aceptar que Uribe dio papaya al denunciar a Iván Cepeda y a Piedad Córdoba de manipulación de testigos, pues cayó en la trampa que le habrían montado. Seamos sinceros, este juicio no está basado en las pruebas, de lo contrario un juez objetivo e independiente, ya habría desestimado esta farsa. El testigo estrella contra Uribe no aguanta un contrainterrogatorio y las grabaciones ilegales al expresidente nunca debieron ser admitidas, por mencionar algunas de las irregularidades, pero eso es tela para otra columna. Lo que no previeron sus enemigos, es que Uribe gana con cara y gana con sello, al mejor estilo de Trump.

Y a pesar del tono de Sacristán, a ‘Juanpa’ le va a quedar muy difícil desmarcarse de Petro y tratar de venderse como una mansa paloma sin velas en este entierro. Su respuesta al expresidente Uribe es prueba de lo cínico y maquiavélico que es. En vez de aceptar los errores que se cometieron durante la negociación en el capítulo de narcotráfico; la falta de ejecución de una política para el posconflicto; o la polarización que él mismo generó con el plebiscito; prefirió acusar a Uribe, a Duque y ahora a Petro, del fracaso de su proceso de paz.

El país está incendiado, no solo por la incompetencia de Petro y su hoy exministro de Defensa, sino porque la paz de Santos les dio muchas gabelas a los narcos pasados por revolucionarios, quienes hoy reclaman a sangre y fuego el pedazo del negocio que el ‘narcorégimen’ de Venezuela les ha usurpado con el beneplácito de este gobierno.

Y por más que él y sus aliados traten de vendernos la idea que el proceso electoral del 2026 debe ser sin Petro y sin Uribe -en lo cual parcialmente concuerdo-, la realidad es que les va a quedar muy difícil resurgir entre las cenizas cual ave fénix y promover a Roy, a Fajardo o a la misma Claudia López, como la opción de centro que podría salvarnos, arreglar la economía, restaurar el sistema de salud, devolver el orden público, disminuir la violencia y recomponer las relaciones con Estados Unidos, entro muchos otros temas.

Con Uribe o sin Uribe, el país ya no les come cuento.