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Analistas 24/02/2023

El ciclo global y la desaceleración

Andrés Pérez M.
Economista Jefe para Chile y Colombia del Banco Itaú

Pareciera que los vientos son más favorables para la actividad en la economía mundial. En EE.UU., el comienzo de año trajo sorpresas positivas en la actividad, el mercado del trabajo, y en confianza. En Europa, los riesgos de desabastecimiento energético han cedido ante un invierno inusualmente cálido, mientras que indicadores líderes sugieren que se evitaría la tan temida recesión este año.

En China, la ausencia de medidas de restricción a la movilidad y una política macro más expansiva han contribuido a un mayor dinamismo. Las mejoras en las perspectivas de actividad en el mundo ocurren a pesar del brusco ajuste contractivo en la orientación de la política monetaria, lo cual podría sugerir que la actividad es más resiliente de lo anteriormente anticipado.

El proceso de desinflación en el mundo pareciera también seguir su curso, principalmente de la mano de menores presiones inflacionarias en bienes transables, impulsado a su vez por la normalización tanto de la demanda como de las cadenas de producción y logística. Dicho ello, este proceso puede ser más gradual que lo anticipado, al tiempo que la inflación de servicios mantiene intensidad y la experiencia acumulada nos recuerda su grado de persistencia.

En este contexto, las condiciones financieras globales se mantienen estrechas, aunque han mejorado en el margen. Si bien el dólar global se ha depreciado desde su máximo reciente alcanzado a fines de septiembre, está muy por encima del promedio de los últimos 15 años. La tasa del Tesoro a 10 años oscila en torno a 3,9%, por debajo de los 4,2% de fines de octubre, pero muy por sobre el promedio de 2012 a la fecha (2,76%).

Si bien un mejor escenario externo puede generar un mayor impulso para la actividad en la región, tanto por la demanda de sus bienes y servicios como por los términos de intercambio, debe ser mirado en el contexto más amplio de la desaceleración económica y una inflación persistentemente elevada. Aunque la desaceleración regional sea algo menos pronunciada, es poco probable que el ciclo macro actual en la región cambie materialmente a la luz de la evolución reciente del escenario externo.

Por cierto, no hay mucho espacio para ajustar la orientación de las políticas macro en la región, ya sea porque la inflación y sus expectativas permanecen altas, o por poco espacio fiscal. Una reducción de la incertidumbre de política económica podría mejorar la confianza de los hogares y empresas, y sentar las bases para una recuperación más rápida de la inversión y el empleo.

Finalmente, no debemos olvidar que persiste el riesgo de que la Reserva Federal tenga que seguir subiendo su tasa de política por encima de 5,25% señalado por sus proyecciones en diciembre, y mantenerla alta por más tiempo, generando un entorno particularmente desafiante para economías emergentes.

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