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Si uno tuviera que generalizar sobre la coyuntura económica de las principales economías de la región, podría argumentar que se encuentran en un proceso de desaceleración económica y de inflación cediendo, esto tras una rápida recuperación post-covid. La política macro - tanto fiscal como monetaria - ha jugado un rol clave en este proceso de ajuste, aunque existen ciertas diferencias en su implementación que valen la pena revisar.
En términos de política monetaria, los bancos centrales de la región fueron entre los primeros en iniciar el ciclo de alza de tasas de interés, leyendo con mayor claridad los escenarios de demanda interna, la persistencia de la multiplicidad de choques, entre otros. Varios bancos centrales de la región, tales como Brasil y Chile, alcanzaron la tasa terminal del ciclo el año pasado, mientras que otros habrían llegado recientemente (Colombia, México). Efectivamente hubo algunos que empezaron antes, pero lo grueso del trabajo de la política monetaria ya está hecho; ahora debemos esperar que los largos y variables rezagos con los cuales opera se materialicen.
Si bien en política monetaria uno observa similitudes, en política fiscal surgen diferencias relevantes. Analizando esta última desde cambios en el balance cíclicamente ajustado, Brasil y Perú tuvieron la mayor expansión fiscal en 2020, coincidente con el período más intenso del covid, y después un rápido retiro del impulso fiscal el año siguiente, lo cual contribuyó al deseado ajuste macro. En el caso de Chile, el impulso fiscal alcanzó un nivel sin precedentes en 2021, justo cuando se redujeron las restricciones a la movilidad, y los hogares ya contaban con amplios recursos por los sucesivos retiros de ahorros previsionales. Pero, así como el mayor gasto fiscal se impulsó en 2021, se retiró masivamente el 2022.
A diferencia de la mayoría de las economías de la región, el balance fiscal cíclicamente ajustado en Colombia aumentó cada año desde 2019 y alcanzó un máximo en 2022. El mayor impulso fiscal se ve reflejado en la pérdida del grado de inversión, el alza en la deuda pública, el desequilibrio externo, y la persistencia inflacionaria. Así, pareciera que una reducción del déficit fiscal más rápida en Colombia podría agilizar el proceso de estabilización de la economía, incluyendo una reducción de las presiones inflacionarias.
Una expansión mayor del gasto fiscal en Colombia seguramente requeriría una respuesta de política monetaria con tasas altas por más tiempo. Independiente del impacto de la política fiscal sobre la monetaria, la dinámica inflacionaria, sus expectativas, y niveles elevados de incertidumbre de política económica, sugieren que las tasas de interés se mantendrán elevadas por un período prolongado.