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La inflación en las principales economías de la región ha sorprendido a la baja durante los últimos meses. La dinámica reciente contrasta con la dinámica del año pasado en la cual la inflación no nos dejaba de sorprender al alza.
Estas sorpresas han tenido una serie de efectos sobre los mercados financieros. Las expectativas de inflación hacia fines de año han corregido a la baja mientras que las de mediano plazo han seguido disminuyendo hacia las metas o derechamente han permanecido ancladas donde ya lo estaban. Ello ha elevado las tasas reales exante a niveles aún más contractivos, lo cual, a su vez, ha intensificado la discusión sobre la oportunidad para iniciar el ciclo de bajas de tasas de política monetaria. En paralelo, la mayoría de las monedas de la región se han apreciado significativamente durante el año - por distintos factores, entre ellos, la disminución de incertidumbre de política económica, amplio diferencial de tasas de interés, y economías más equilibradas - lo que presiona la inflación de transables aún más a la baja, retroalimentando la discusión sobre bajas de tasas.
En tanto, más allá de las sorpresas que tuvimos durante el primer semestre, tanto positivas como negativas, las perspectivas sobre la actividad no han cambiado mayormente. En general, se estiman tasas de crecimiento del PIB el próximo año por debajo del potencial.
Por lo tanto, algunos bancos centrales ya empezaron los recortes con bajas mayores a lo que se había anticipado, mientras que otros empezarían pronto. En Chile, el primer recorte fue de 1%, cuando el consenso de mercado estaba en 0,75%, y se sugiere que vendrían nuevas bajas de una magnitud similar. Se espera la primera baja en Brasil esta semana. En Perú y México seguramente veremos bajas a partir del cuarto trimestre. En Colombia, en tanto, los precios sugieren bajas tan pronto como en septiembre, aunque seguramente los recortes empiecen algo después.
Si bien los recortes empezarían pronto, las tasas de política monetaria no se estacionarían por debajo de los niveles neutrales en los horizontes respectivos de proyección, sugiriendo que la política monetaria seguiría siendo contractiva, más allá del cambio esperado en la orientación. Por cierto, estos ciclos se iniciarían al tiempo que la Fed y otros bancos centrales de economías avanzadas no han concluido sus ciclos de alza, posiblemente generando presiones a la depreciación cambiaria y, por ende, eventuales presiones alcistas en inflación.
Ahora, ¿serán bajas de tasas suficientes para prevenir un sobre ajuste en la actividad e inflación? Sin duda alguna, ayuda. Pero probablemente un eventual ciclo de mayor actividad sería beneficiado por una compresión de los premios por riesgo asociados a la incertidumbre de política económica. Discusiones que elevan el costo del capital y trabajo deberían adecuadamente (y técnicamente) sopesar sus costos y beneficios que implican. Y, más allá del pronto inicio de bajas de tasas por parte de bancos centrales en la región, no debemos olvidar fomentar la productividad para el largo plazo, claves en elevar nuestros niveles de ingreso y bienestar en el tiempo.