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Analistas 30/11/2019

Una propuesta para la floricultura

Andrés Vernaza Guzmán
Vicepresidente de Ascolflores
Andrés Vernaza Guzmán, vicepresidente ejecutivo de Asocolflores

Andrés Vernaza Guzmán, vicepresidente ejecutivo de Asocolflores

Foto: Asocolflores

La floricultura constituye uno de los experimentos más exitosos que ha tenido Colombia a lo largo de su historia, resultado no solo del tesón de su empresariado sino de los diferentes gobiernos que la han impulsado con entusiasmo y decisión. En aproximadamente 50 años, nuestro país pasó a ser el segundo exportador de flores del mundo, con cifras que ascienden a una suma de US$1.460 millones anuales, producidos en tan solo 7.600 hectáreas.

Dentro de este ascenso, la ubicación geográfica y las condiciones ambientales de nuestro país han jugado un papel fundamental, permitiendo que las flores se produzcan en nuestro suelo sin la necesidad de crear condiciones simuladas o artificiales como ocurre en otros países. Colombia es un país propicio para las flores, siendo esta, precisamente, nuestra principal ventaja comparativa.

Sin embargo, creo que la coyuntura actual amerita una reflexión acerca del futuro del sector floricultor, respuesta en la que se debe tener en cuenta no solo factores para lograr un mayor desarrollo, sino también su contribución a la economía colombiana, es decir de qué manera puede aportar a la solución de los problemas del país.

Y es que, de acuerdo con un número significativo de expertos, y el propio gobierno nacional, si se quiere avanzar en la solución del desempleo y la pobreza, es fundamental lograr tasas de crecimiento económico que superen el 4%, objetivo que puede alcanzarse tomando varias medidas entre las cuales sobresale el impulso a las exportaciones agrícolas que en lo que va corrido de 2019 han presentado un tímido crecimiento.

En este punto, es en donde surge la idea de convertir a Colombia en un Clúster de Flores, siguiendo ejemplos extranjeros como el Wine Clúster del norte de California, con el propósito principal de aumentar su capacidad exportadora y llegar a un mayor número de mercados. Lo que se busca no es otra cosa que un esfuerzo conjunto, público y privado, de crear e implementar una política encaminada a promover un modelo de desarrollo económico para la floricultura, que tenga como base, como punto de partida, la concentración geográfica de este sector, ubicado principalmente en los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y Antioquia, y las condiciones ambientales que favorecen su producción.

Dentro de las posibles medidas que pueden adoptarse surge en primer lugar una modificación a las normas que regulan el ordenamiento territorial, particularmente en las zonas aptas para la producción, de manera que esta actividad pueda establecerse y desarrollarse libremente, sin los límites que actualmente señalan algunas municipalidades en pro de otros sectores como la construcción.

En segundo lugar, crear incentivos para la importación y producción de material vegetal con el objetivo de producir estas especies aprovechando nuestras privilegiadas condiciones ambientales, o desarrollar algunas nuevas, en sintonía con las tendencias del mercado y de la moda. Es de resaltar que una de las principales ventajas que tiene Colombia en el mercado mundial está dada por la diversidad y calidad de las especies que produce, razón por la cual este es un punto cardinal de la propuesta. Asimismo, es importante mencionar la necesidad que existe de lograr una mayor eficiencia y simpleza en los trámites fitosanitarios de importación, para alcanzar una mayor competitividad en el escenario internacional.

En tercer lugar, tanto los municipios como los departamentos y la nación deben desarrollar proyectos de infraestructura que faciliten el proceso logístico y exportador. Sobresalen en este punto la construcción y ampliación de vías para evitar cuellos de botella como los que ocurren por ejemplo entre Bogotá y el departamento de Cundinamarca, y la ejecución de las obras necesarias para garantizar el acceso a los aeropuertos, así como su capacidad de operación.

En cuarto lugar, es de suma importancia implementar planes y programas que permitan el acceso de las flores colombianas a nuevos mercados, iniciativas que deben ser desarrolladas de forma coordinada y armónica entre ProColombia y los ministerios de Comercio y Relaciones Exteriores. Es clave evaluar experiencias como la de las flores ecuatorianas que penetraron el mercado chino de la mano de entidades estatales, dando seguridad a los empresarios en la realización de sus negocios. Colombia tiene en aquellos mercados grandes oportunidades no sólo por la variedad de sus especies sino por los altos estándares de calidad de su producto.

Finalmente, todo este proceso de impulso al sector floricultor debe ir acompañado de un desarrollo de conocimiento e innovación, para lo cual resulta de suma importancia el compromiso de las principales universidades del país, con presencia en la zona del clúster, para crear carreras universitarias afines al sector, fomentar la investigación y difundir el conocimiento. Esta puede ser una sinergia donde se encuentren recetas para resolver los problemas más urgentes de la floricultura, tales como el control de algunas plagas y fórmulas para incrementar la productividad del negocio.

Estas medidas que se mencionan constituyen una sugerencia de punto de partida para un proceso de discusión acerca del futuro de la floricultura colombiana. Tengo la profunda convicción de que el éxito alcanzado hasta el momento y el gran impacto que tiene en el bienestar de la sociedad colombiana, imponen el deber de cuestionarnos permanentemente sobre su futuro.

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