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Analistas 30/05/2023

A la espera del dato de pobreza monetaria

La semana pasada, el Dane publicó la información de pobreza multidimensional (IPM) en el país para 2022, con una cifra que alcanza mínimos históricos. El porcentaje de personas en situación de pobreza multidimensional en Colombia fue de 12,9% en total nacional, con un decrecimiento de 3,1 puntos porcentuales frente al 2021 (16%). Lo anterior quiere decir que entre 2021 y 2022, cerca de 1,4 millones de personas en Colombia salieron de situación de pobreza multidimensional.

La pobreza multidimensional en cabeceras (8,7%) y centros poblados y rural disperso (27,3%) también disminuyó frente al año anterior. La dimensión que más contribuyó a la pobreza multidimensional en el total nacional fue educación (35.0%), seguida de trabajo (29.7%). De los indicadores que componen las dimensiones medidas, el trabajo informal es la variable con mayor privación en el país, con un 72,7%.

El IPM sigue reflejando brechas al interior del país. En primer lugar, la incidencia de la pobreza multidimensional, al igual que en 2021, sigue siendo mayor en los centros poblados y rural disperso que en las cabeceras. De hecho, la región con menor incidencia de pobreza multidimensional fue Bogotá, con 3,8%.

En segundo lugar, se encontró que, en 2022, aunque disminuyó el porcentaje de personas pobres que pertenecían a un hogar con jefatura femenina, este siguió siendo mayor que el porcentaje de hogares pobres con jefatura masculina (14,1% y 12,0%, respectivamente).

El país aún se encuentra a la espera del dato de pobreza monetaria, que seguro continuará con la tendencia de recuperación de la pobreza multidimensional como consecuencia de la reactivación económica y la mejora en el desempeño del mercado laboral (disminución de la tasa de desempleo de 13,8% en 2021 a 11,2% en 2022). No obstante, el efecto positivo del empleo sobre la pobreza se concentra en los asalariados y los trabajadores formales (afiliados al sistema general de seguridad en pensiones), por lo que puede que las mejoras en el mercado laboral no sean suficientes para dinamizar la generación de ingresos de los hogares pobres.

Un factor de riesgo que puede obstaculizar la caída de la pobreza es la aceleración de la inflación y sus componentes regresivos. El crecimiento en el nivel de precios en 2022 se vio presionado por la inflación de alimentos, lo cual generó un efecto de precios relativos que encareció más la canasta de ingresos de las familias más pobres. Por otro lado, se debe tener en cuenta la disminución en el volumen total de las transferencias monetarias de 2022 frente a 2021. Este dato es importante dado que los recursos vía transferencia representan casi 4 puntos porcentuales de la diminución de la pobreza y por lo tanto su contracción puede afectarla de manera negativa.

Nuestro modelo de micro-simulaciones en Anif nos permite obtener estimaciones aproximadas del porcentaje de pobreza monetaria y pobreza extrema en 2022. Los resultados indican que el valor puntual estimado del porcentaje de personas bajo la línea de pobreza para 2022 se puede situar en el 37.5%, con un intervalo de confianza entre el 36.6% y el 38.4%. En cuanto a la pobreza extrema, las estimaciones muestran que podrá estar alrededor del 11,5% en 2022, con un intervalo entre 10,8% y 12,3%. Ambos datos representan una disminución frente a 2021, lo que nos lleva a esperar que para 2022, 691.000 personas hayan salido de situación de pobreza y 290.000 personas hayan salido de situación de pobreza extrema.

Existen algunos elementos que introducen incertidumbre en los cálculos, como las actualizaciones del marco muestral de la Gran Encuesta Integral de los Hogares (Geih). De tal manera, solo la publicación de los datos oficiales por parte de Dane resolverá las dudas planteadas, por lo que es importante que dichos resultados se divulguen muy pronto, dada la importancia de este indicador para evaluar el desempeño de la economía y de las políticas públicas.

¿Y cómo va la economía hasta ahora?

El pasado 15 de mayo el Dane publicó los resultados del Producto Interno Bruto (PIB) del primer trimestre del año. Para este periodo, la economía registró un crecimiento de 3,0% en línea con nuestras proyecciones (2,7%), lo cual da muestra de la ralentización que estamos presenciando. El Indicador de Seguimiento a la Economía (ISE) hasta febrero daba indicios de un crecimiento en el año corrido de 4,4%, sin embargo, para marzo los resultados de los indicadores líderes, comercio e industria, dieron señales de un menor desempeño de la actividad económica, con variaciones de -7,1% y -2,0%, respectivamente.

En marzo, el ISE reportó una tasa de crecimiento de 1,6% con respecto al mismo mes del año anterior, una dinámica positiva luego de la contracción registrada en febrero, no obstante, es evidente un menor dinamismo.

Desde la óptica del gasto, la demanda final interna registró una contracción de -0,1%, frente al 12,6% observada un año atrás. En lo que respecta al comercio exterior, se observa que las exportaciones presentaron un crecimiento de 5,1%, mientras que las importaciones muestran una disminución de -7,5%. Respecto al consumo, es el de los hogares el que explica el crecimiento (2,6%) teniendo en cuenta el gasto realizado en recreación y cultura, servicios financieros, transporte jalonado por el turismo y la salud. Por su parte, el gasto del gobierno se contrajo en -0,2% comparado con un incremento de 6,0% en 2022, dado un menor gasto asociado a subsidios de servicios públicos.

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