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De acuerdo con el Dane, el Sistema de Cuentas Nacionales (SCN) presenta “la evolución, tendencia y transformaciones estructurales de la economía”, lo cual es indispensable para los análisis económicos y la formulación e implementación de políticas públicas. Pese a su importancia en la economía, los servicios de autoconsumo (como el trabajo doméstico y las labores de cuidado) no se incluyen dentro de esa frontera de producción. Sin embargo, es clave estimar su aporte al crecimiento y desarrollo del país. Para eso, la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado (Csec), que también publica el Dane, es un buen complemento.
El trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (Tdcnr) se refiere a actividades como el suministro de alimentos, mantenimiento del vestuario, compras, administración, limpieza y mantenimiento del hogar, cuidado y apoyo de personas. La Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (Enut) del Dane permite conocer el tiempo que las personas dedican a actividades de trabajo remunerado, no remunerado y personales. De acuerdo con la última información disponible, en 2021 las mujeres gastaron más del doble del tiempo en labores de trabajo no remunerado que los hombres (7,7 horas semanales en promedio vs. 3,1). Esto permitió que los hombres destinaran más horas a actividades relacionadas con la generación de ingresos (gráfico 1).
Para estudiar con un poco más de detalle esta información, la última publicación de la Csec es muy útil, pues permite analizar el número de trabajos equivalentes a tiempo completo para 2023 desagregado por sexo y posición ocupacional. Allí se observa que en ese año hubo 38,8 millones de puestos de trabajo de este tipo, de los cuales 57% estaba ocupado por mujeres (vs. 43% por hombres). Ahora bien, al desagregar estos puestos de trabajo entre trabajo en la frontera de producción del SCN (Tscn) y trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (Tdcnr) se encuentran grandes disparidades. Por un lado, más de la mitad de los puestos de trabajo (53%, 20,5 millones de los 38,8 millones totales) estaban concentrados dentro de la frontera de producción del SCN (Tscn). Dentro de este grupo, los hombres son quienes más participan, con 62% del total del Tscn frente a 38% de las mujeres. Por otro lado, el Tdcnr representó 43% de los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo. Al interior de este grupo, en consistencia con los resultados de la Enut, las mujeres tienen la mayor participación, con cerca de 80% (vs. 21% los hombres).
Lo anterior revela las grandes disparidades de género que existen todavía tanto en el mercado laboral como en las labores de cuidado, pues estas últimas recaen principalmente sobre las mujeres. El gráfico 2 resume la distribución de los puestos de trabajo por sexo y tipo de trabajo. Allí se muestra que, del total de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, la mayor proporción corresponde a Tdcnr realizado por las mujeres, que concentran 37,2% de total, lo que corresponde a 14,4 millones de trabajos. A esto le sigue el Tscn realizado por hombres, con 32,8% del total (equivalente a 12,7 millones de trabajos).
Por posición ocupacional, las personas que trabajan dentro de la frontera de producción (Tscn) se distribuyen de forma similar entre asalariados (53%) e independientes (47%), como ilustra el gráfico 3. Por sexo, casi 3 de cada 5 asalariados son hombres y 2 son mujeres. En el caso de los independientes, el sexo masculino tiene mayor incidencia, representando cerca de 70% del total. En contraste, en el caso del Tdcnr son las personas independientes quienes más tiempo dedican a estas actividades (86% del total de trabajadores), teniendo en cuenta la flexibilidad de los horarios y disponibilidad de tiempo. En este tipo de trabajo las mujeres ocupan la mayoría de los puestos, superando en cuatro veces el número de puestos ocupados por los hombres.
En suma, los datos de la Csec para 2023 del Dane permiten analizar en mayor detalle lo relacionado con el Tdcnr, un trabajo que es invisible a los ojos de muchos, pero esencial en el funcionamiento de la economía. Los resultados confirman lo que ya se observaba a partir de la información de la Enut: las mujeres y los(as) trabajadores(as) independientes son quienes tienen la mayor carga en este tipo de actividades. Estos hallazgos refuerzan la necesidad de seguir avanzando en balancear en términos de género la carga de las labores domésticas y de cuidado en el hogar. Esto es aún más importante si se tiene en cuenta que también existe un desbalance en los trabajos que se encuentran dentro de la frontera de producción (Tscn), donde las mujeres participan mucho menos que los hombres. En la medida en que se balanceen las cargas del trabajo no remunerado las mujeres tendrán más tiempo para dedicar al trabajo remunerado, permitiéndoles así generar (mayores) ingresos.