MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Dime, ¿Qué fue antes: la libertad o la economía? Bien dicho, la libertad. Porque si la economía va de tomar decisiones, se necesita libertad, y no poca, para enfrentarlas. Ya sabes que desprovisto de libertad nunca se toman decisiones; se sobrellevan a duras penas. Por esta razón, solo cuando la libertad ha cogido impulso entre un buen número de cabezas, hemos podido hablar de una ciencia económica. Primero tuvo que llegar la libertad y luego lo hicieron las ecuaciones. Dicho esto, me asalta la siguiente duda: si la libertad es una condición necesaria para que haya economía, ¿Por qué no se enseña en las facultades con la misma destreza con la que enseñamos macroeconomía? Porque los economistas ni somos libres ni estamos por la labor. Si lo fuéramos, o al menos lo pretendiéramos, entenderíamos su importancia y lo incorporaríamos a los planes de estudio. Algunos, los más renegados, se justificarán diciendo que la libertad no es un bien económico y que, por tanto, no les concierne. Es cierto, la libertad ni se compra ni se vende, pero sin libertad, no habrá ni quien pueda comprar ni quien pueda vender. Así de fácil. Sacas la libertad de la economía, y el comprador hará las veces de patrón y el vendedor las de marinero. Ante esta realidad es penoso que los economistas nos la pasemos canturreando lo que hace la economía, pero ¿quién habla de lo que hace que la economía sea economía? Sin libertad, la economía es un churro lleno de fórmulas y gráficas, algo que entierra el interés de los estudiantes y que da al traste a una profesión vital para un país que aspira a ser libre. ¿Crees que esto ocurre porque sí? Para nada, lo que pasa es que una sociedad atraída por la economía es una sociedad atraída por la libertad y la libertad cuenta con muchos que le hacen la vida imposible. Por eso no es extraño que, en Colombia, como en el resto del mundo, los enemigos de la libertad estén ganando la batalla a tenor del desprestigio que sufren las escuelas de economía ¿Algún remedio para la fuga de alumnos? Si queremos que la economía despierte el entusiasmo de los jóvenes es prioritario que los profesores despertemos el entusiasmo por la libertad. Para eso hay que reconocer que nuestras clases son aburridas, y lo son, porque los profes llevamos una vida aburrida; ergo, carente de libertad. Querer hacer las clases entretenidas sin aparcar la vida aburrida es contraproducente, pues convierte al estudiante en un espectador y al profesor en un comediante. Cuando la pedagogía y las técnicas de aprendizaje entran en la universidad, las aulas se convierten en barrotes y los estudiantes en prisioneros “pan y circo”. Un auténtico profesor solo necesita por tiza su libertad, y por pizarra su experiencia de vida. Cuando le faltan ambas cosas tiene que prostituirse con PowerPoint. Recuerdo en mis clases pasármelas hablando de muertos que habían hablado de otros muertos sobre cosas que decían de otros muertos. Cuando mis estudiantes me interrogaban de cómo les podría ayudar a enfrentar su día a día, no sabía qué decir. Pero si me decían por la tesis de tal autor, se la recitaba con todo lujo de detalles. Entendí que los estudiantes no quieren razones para saber, quieren razones para vivir. Si queremos rescatar la economía del ostracismo, necesitamos profesores que estén vivos, y lo estarán sí, y solo sí, si viven en LIBERTAD.