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¡Estamos rodeados de zombis! No es sino meterse a las series más populares de Netflix y ver diferentes versiones de lo mismo. The Walking Dead, iZombie, Znation, etc. Mejor dicho, zombis de todos los colores y sabores y para todos los gustos. No sé si es por coincidencia, pero la historia de los zombis se ha vuelto muy relevante en el contexto económico y empresarial actual. Ahí les va:
En el folclore haitiano, los zombis son muertos resucitados por medio de un ritual mágico. El Bokor, que viene siendo el hechicero, les da vida a estos cuerpos mediante algún hechizo que solo él conoce, pero termina convirtiéndolos en sus esclavos personales.
Pues su alma y su voluntad son finalmente capturadas. Según los conocedores del tema, esta leyenda es el resultado de la terrible situación de los esclavos en las colonias. Es la triste realización de que, incluso, muertos los esclavos no eran libres, y era una leyenda utilizadas por sus “amos” para evitar el suicidio de los esclavos.
En el mundo corporativo también hay zombis. Estas son empresas que a duras penas logran pagar sus gastos e intereses, pero nunca van a poder abonar a capital y así reducir sus préstamos. Están ahí gracias a los “buenos oficios” y la “inmensa misericordia” de los nuevos Bokor, que vienen siendo los acreedores financieros. Estos últimos les dieron un “soplo de vida” (como en la historia de la creación del hombre en Génesis), pero que los convirtieron en sus esclavos corporativos. Para aclarar, en Genesis 2:7, Dios le da al hombre un soplo de vida, pero lo deja libre; no lo obliga a ser su esclavo.
Es una especie de nuevo feudalismo económico, en donde los acreedores les dan a sus vasallos el derecho a seguir explotando la empresa a cambio de que continúen pagando sus tributos o intereses y les evite la incomodidad de provisionar (dar como perdido) el préstamo en sus balances.
Como nuevo derecho feudal los vasallos pueden seguir apareciendo como dueños, tener algunas prerrogativas como sueldos, tarjetas de presentación, de pronto un carro o al menos un triciclo. Pero hasta ahí llega, pues el alma de la empresa les pertenece ahora a los acreedores. Lo único que falta es que pidan el derecho de pernada (ahí les dejo para que googleen los que no saben qué es).
Las empresas zombis son un problema económico enorme, porque no tiene capacidad de subir sueldos, de invertir en ciencia y tecnología, ni de innovar. En literatura económica son las culpables de la década perdida de crecimiento en Japón y pueden llegar a convertirse en un problema grave que impida que las economías se recuperen después de la caída del covid y que puedan adaptarse a las enormes necesidades de inversión que la nueva economía va a requerir.
Un sistema más transparente en donde las empresas tengan (en el marco de la ley de insolvencia) oportunidades reales de salir fortalecidas con un nivel de deuda e intereses acorde a su nueva realidad, mediante quitas (reducciones de la deuda) o capitalizaciones es lo que es socialmente más conveniente. Así sea que los acreedores financieros tengan que aumentar sus provisiones, ellos siempre van a poder levantar capital en el exterior. Sobre todo, ahora que los bancos centrales de las economías más importantes tienen la máquina para imprimir dinero a tope.
El sistema capitalista está en una encrucijada. Si seguimos apostando al sistema feudal-financiero actual terminaremos con una economía más injusta que desincentiva el emprendimiento y la innovación y que terminará siendo explotada por el populismo de ambos lados. O, mejor, afrontamos todos la nueva realidad, le damos vida a la frase “Lo pasado, pisado” y salimos de esto como una sociedad flexible, moderna que de oportunidades incluso a los que cometieron algún error.