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Analistas 05/07/2023

Igualdad, ambiente, ciencia y cultura

Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad Ean

Acaba de crearse el prometido Miningualdad con base en una reestructuración de varias entidades con funciones dispersas en términos de atención a población vulnerable, diversidades identitarias e inequidad sustantiva. La resiliencia de la exclusión ha sido reconocida por casi todo el mundo y nadie duda de la necesidad de abordarla de manera decidida por parte del Estado. Nos enfrentamos ahora a un tema de operacionalización de la política pública fundamental, que lamentablemente no tiene buenos antecedentes en carteras con propósitos concurrentes: Minciencias, Mincultura y Minambiente, siempre famélicas y al borde de la irrelevancia.

Aplanar la cancha para tod@s es un imperativo ético, pero requiere estrategia, a menos que se crea que es un asunto asistencialista y coyuntural donde se intercambian votos y favores clientelistas, el mecanismo tradicional con que se hace política electoral en Colombia o se mantienen privilegios para el sector privado.

Por ese motivo la concurrencia de perspectivas de gestión ambiental, cultural y de innovación se hace indispensable, y mientras no se tomen decisiones profundas en términos de inversión pública en estos aspectos no hay muchas esperanzas de romper el círculo vicioso de la pobreza, la exclusión y violencia.

El país no puede seguir delegando en las empresas la sostenibilidad, la creatividad o el desarrollo tecnológico, como evidencia la reciente visita del gobierno a la Guajira, donde los gigantescos aportes del sistema productivo formal desaparecen año tras año en las garras de la corrupción, obligándolas a una doble tributación para mantener la licencia social. Qué bien la construcción del “tubo” con 2,5 m3 de agua del Ranchería para la alta Guajira y se libere a la minería de acusaciones infundadas de sobreconsumo y de la tarea voluntaria de recargar con carrotanque los jagueyes comunitarios.

La igualdad no se construye regalando plata, aunque ocasionalmente sea necesario abordar las emergencias humanitarias con la caja. El cambio se hace con innovación, que requiere inversiones persistentes, una especie de “cargo de confiabilidad” para la producción de conocimiento útil, de lo contrario la cacareada bioeconomía será la frustrante suma de las informalidades e ineficiencias de un mal turismo, una mala industrialización y una aplicación provinciana y escuálida de la agroecología, recetas del mal decrecimiento: austeridad por incompetencia. Grandes retos para la Ministra Vicepresidenta y su equipo de cinco Viceministr@s, que tienen como tarea convocar a todos los sectores a trabajar en equipo, no como un acto simbólico de mercadeo político sino de convergencia creativa.

La igualdad de oportunidades en la diversidad no se resuelve con facilidad. El dilema de las izquierdas es que acaban apelando a los mismos mecanismos de disciplina que los de la derecha para garantizar “masa crítica”, trampa en la que a menudo caen los pueblos indígenas, pese a que sus estándares de bienestar son profundamente diferentes entre sí, o las mujeres y comunidad Lgbti+ que en sus expectativas de participación celebramos la heterogeneidad, o l@s desemplead@s que no necesariamente piden empleo sino emprendimiento. ¿Será que estamos entendiendo la desigualdad?

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