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Analistas 20/01/2020

Salud y diversidad ética

Brigitte Baptiste
Rectora de la Universidad Ean

Si existen diversos marcos epistemológicos aceptados por una constitución para acomodar la convivencia de sistemas de conocimiento ancestrales con otros más convencionales, hay que preguntarse por los valores en conflicto que eventualmente emergen y se hacen visibles en las decisiones cotidianas: una persona afectada por una dolencia incurable bajo la farmacopea dominante en su sociedad no reparará en los riesgos que implica experimentar otras perspectivas, incluso si sabe que puede estar siendo víctima de una estafa. Es la prerrogativa que puede arrogarse cualquier persona en una sociedad que defiende al máximo la libertad individual, pero que reconoce que no puede responder a cada individuo con ajuste a su modelo de mundo, por lo cual tenemos sistemas de salud oficiales y métodos aceptados para el tratamiento de las dolencias con cargo a la solidaridad de los impuestos y el erario.

El fuero especial indígena que cubre aspectos de la normatividad étnica reconoce el alcance de la jurisdicción de cada tradición, especialmente en contextos territorializados (resguardos o espacios de Ley 70) o institucionalmente diferenciados (cabildos y consejos comunitarios). Esta lógica se asimila al espacio de convivencia global de la diversidad de sistemas de salud que permite la coexistencia de la homeopatía con la medicina ayurvédica, el reiki o las experiencias del yagé, o, hilando más delgado, de diferentes escuelas psicoanalíticas, agrupadas dentro de las perspectivas de la modernidad. Muchas de estas disciplinas carecen de fundamento epistemológico, otras funcionan claramente como resultado del efecto placebo, cuantificado, otras más permanecen en la oscuridad de lo irracional, pues es apenas obvio que no hay conocimiento perfecto.

La distancia entre la superchería, la propaganda y la ignorancia es difícil de medir, pero es obvio que no corresponde a un único sistema de valores juzgarla: es la intersubjetividad la que define el ámbito de legitimidad, validez y efectividad de cada una de ellas. Así como en el lecho de muerte muchas personas se convierten, casi nadie está dispuesto a sacrificar en vida su sistema de creencias por ineficaz que resulte.

En un sistema de valores que aprecie la pluralidad, los juicios cruzados no pueden pretender mayor legitimidad objetiva de la que su propio marco teórico les permite. En otras palabras, es imposible definir con neutralidad la bondad de un acto desde el exterior de un sistema de conocimiento: hay una decisión política que subyace al acto de condenar la ablación del clítoris o la reclusión de la mujer que menstrúa y que puede ser interpretada como colonialismo o como expansión del ámbito epistemológico de las personas que están “atrapadas” dentro del esquema de valores dominante. La expansión de este debate es fundamental para la proyección de la convivencia de modelos de mundo cada vez más distantes, no solo en temas de salud personal sino de los ecosistemas.

La primera Ministra de Ciencia y Tecnología de Colombia ha quedado atrapada en medio de un huracán propio de los tiempos: entre relativismos, conflictos de convivencia de sistemas de valores y epistemologías discordantes, ¿cómo se entienden las derivaciones éticas que se desprenden de la diversidad cultural, no la de cartilla, sino que requiere un acto de fe cada vez que nos tomamos una pastilla?

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