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La oposición en Colombia cae en el mismo error que cometieron los demócratas en Estados Unidos: su único mensaje fue “no ser Trump”, un enfoque débil, incapaz de inspirar. En Colombia, la narrativa es similar: se centra en “no ser Petro”. No hay un proyecto que convoque ni motive a la gente a creer en algo mejor. El resultado es una oposición que rechaza el presente sin ofrecer una alternativa orientada al futuro.
Sin una opción clara que ofrezca progreso, Colombia seguirá atrapada entre el pasado mediocre y el presente fracasado. Necesitamos más: una visión que permita construir nuestro futuro con libertad y más plata en el bolsillo. Para lograrlo, necesitamos tres pilares.
1. Un mercado libre y sin trabas
Un mercado libre es libertad para crear, ofrecer y crecer. Esto es imposible cuando las personas y empresas están ahogadas por impuestos altos y regulaciones que impiden que el talento rinda frutos. Para que cualquier colombiano tenga la oportunidad de salir adelante, conseguir empleo, emprender y acceder a productos de calidad y buen precio, necesitamos menos trabas y un Estado que deje de entorpecer la actividad empresarial. Las cargas fiscales y las regulaciones excesivas destruyen la economía, cerrando la puerta a quienes tienen ideas y ganas de hacer las cosas bien. Un mercado libre permite que cada colombiano, sin importar su origen o recursos, pueda emprender y acceder a bienes de calidad y precios justos.
2. Un verdadero Estado de Derecho
Sin un marco justo, ni el mejor mercado puede funcionar. Colombia necesita un Estado que sea árbitro, no jugador. Esto significa pocas leyes, claras y aplicadas igual para todos, sin excepciones. Las leyes deben proteger al individuo, no ahogarlo con normas que beneficien a unos pocos. La justicia debe ser la base de una sociedad donde cualquier ciudadano actúe con la tranquilidad de que su esfuerzo será respetado y no dependerá de un sistema que cambia las reglas según convenga a unos pocos. El mercado florece cuando el Estado protege la libertad de todos, sin interferir ni manipular. Esto es posible solo en un ambiente de justicia imparcial y seguridad. Sin seguridad, no hay futuro. Nadie puede invertir, trabajar ni vivir en paz si teme por su seguridad y su propiedad. Necesitamos un Estado que garantice que cada rincón del país sea un lugar donde se pueda vivir sin miedo.
3. Igualdad de permiso: la libertad de construir nuestra vida
La igualdad de permiso no significa igualar resultados, sino garantizar que cada colombiano tenga la libertad de intentar, construir y avanzar sin obstáculos. Este principio es el fundamento de una sociedad que respeta la dignidad humana. La “igualdad de permiso” significa que cualquier colombiano puede emprender y prosperar sin que el Estado le ponga barreras o lo ate a la dependencia. No queremos un país de personas esperando subsidios; queremos un país de personas libres para construir su proyecto de vida. La dependencia al asistencialismo perpetuo es una trampa. Los subsidios disfrazados de “ayuda” solo perpetúan la pobreza, frenan el crecimiento personal y crean una sociedad de dependencia, no de libertad. Menos Estado, menos interferencia, y más poder individual para que cada persona construya su vida.
Colombia no puede seguir atrapada entre un pasado mediocre y un presente fallido. Es tiempo de ofrecer un proyecto que mire al futuro y permita a cada colombiano prosperar y construir un país de libertad y prosperidad para todos.