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Muchos empresarios en Colombia están atrapados en una visión simplista del problema actual. Piensan que basta con seleccionar a las personas adecuadas en las siguientes elecciones en 2026 y, mientras tanto, soportar los próximos dos años de ineficiencia gubernamental y malas ideas. Sin embargo, no han comprendido la esencia de la crisis que enfrentamos. Milton Friedman señaló que la solución no radica simplemente en elegir a las personas correctas, sino en crear un clima de opinión que haga políticamente rentable para las personas incorrectas hacer lo correcto. Sin este clima, ni siquiera las personas correctas podrán mantener sus principios o permanecer en el cargo.
Los políticos son seguidores de ideas y se adaptan a lo que la mayoría siente, cree y piensa. Si el pueblo demanda locura, el político, sea quien sea, ofrecerá locura. Si, por el contrario, se exige sensatez, el político ofrecerá sensatez. En una sociedad que percibe el lucro como inmoral, al empresario como un explotador y a los negocios como enemigos de los derechos, no importa quién esté en el poder; estamos condenados a la miseria.
Recientemente, tuve una conversación con un grupo de empresarios. Les compartí los esfuerzos de Libertank por transformar la mentalidad de los colombianos, enseñándoles a valorar la libertad, la función empresarial, la propiedad privada y los mercados libres. Sin embargo, me interrumpieron con impaciencia, diciendo: “Eso suena bien, pero necesitamos algo para ya”. La reunión no duró más de 15 minutos.
Muchos no han comprendido que lo que Colombia necesita para superar sus problemas es más libertad. Los empresarios, emprendedores y creadores de riqueza no necesitan que los políticos les ofrezcan ayudas; necesitan que los dejen trabajar sin trabas. Estos actores económicos, que generan empleo y soluciones que mejoran nuestra calidad de vida, necesitan que se les quite el pie del freno. Esto no ocurrirá espontáneamente, ni se logrará solo con elegir a quienes promuevan estas ideas en sus discursos. La mayoría de la sociedad debe exigir constantemente mayores niveles de libertad, protección de la propiedad privada, desregulación y una reducción de la intervención estatal en la economía.
Sin esta demanda persistente por parte de la sociedad, incluso los políticos con buenas intenciones tendrán pocos incentivos para aumentar los niveles de libertad. Es necesario trabajar en la transformación de la mentalidad y las ideas predominantes en nuestra sociedad. Debemos abandonar las políticas que destruyen la libertad y adoptar aquellas que la promuevan.
Colombia tiene el potencial de dar un salto significativo hacia el progreso si se enfoca en lo que realmente necesita: un entorno de mayor libertad económica. La persistencia en políticas restrictivas y en una mentalidad adversa al empresario solo nos mantendrá anclados en la mediocridad y el fracaso. Los empresarios deben reconocer su papel no solo como generadores de riqueza, sino también como agentes de cambio cultural. Solo así podremos aspirar a un futuro de prosperidad.
Es imperativo que trabajemos en cambiar el clima político y social para que la libertad económica sea la norma y no la excepción. Solo entonces, Colombia podrá salir del atolladero en el que se encuentra y avanzar hacia un futuro mejor para todos.