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Analistas 06/09/2023

Silencio fatal

Camilo Guzmán
Director ejecutivo de Libertank
Camilo Guzman

El silencio frente a los constantes ataques difamatorios del presidente Gustavo Petro hacia el Grupo Argos es alarmante. Esta ausencia de solidaridad ya se ha manifestado anteriormente, como en las protestas del paro nacional de 2021, cuando el Grupo Éxito sufrió múltiples acusaciones infundadas e improperios. De igual forma, el Grupo Aval y su propietario han enfrentado ataques persistentes. Ante estos escenarios, las voces que defienden a estas empresas, que han aportado empleo, riqueza y valor a Colombia han sido lamentablemente escasas. Los gremios que han sido tan valientes para proteger al país de las reformas, han sido excesivamente prudentes a la hora de defender a las empresas. Muchas compañías, algunas de las cuales son proveedores o clientes de las agraviadas, también permanecen en silencio. Parecería que el modus operandi es “si no me afecta directamente, mejor no decir nada”.

Es un grave error. Los ataques del presidente, su gobierno y seguidores no apuntan individualmente a una empresa; son parte de una estrategia orquestada para desacreditar al sector privado, esperando que la sociedad vea al Estado como el salvador y a las empresas como el enemigo. Estos agravios se suman a una retórica contra el mercado, el lucro y la naturaleza misma de los negocios. No es solo un golpe dirigido a una entidad; es un intento de deslegitimar al sector privado y potenciar el estatismo obsoleto que representa este gobierno.

No podemos ser indiferentes ante esta situación. Un peligro se cierne sobre el sector privado, y mirar hacia otro lado no nos protegerá de sus consecuencias. Si optamos por el silencio, las repercusiones pueden ser devastadoras: pérdida de empleos, debilitamiento de la capacidad de solucionar problemas y erosión del espíritu cooperativo que define al sector privado.

El gobierno posee y promulga una narrativa clara: las empresas son perjudiciales

El gobierno posee y promulga una narrativa clara: las empresas son perjudiciales, el lucro es inmoral y cualquier negocio es una amenaza para los derechos humanos. Es esencial contrarrestar esta narrativa. Aquellos que valoramos la libertad, la iniciativa privada y el poder del mercado debemos comunicar y defender nuestras ideas con convicción. Es crucial defender el papel del empresario, mostrar cómo la libertad económica beneficia a todos y reivindicar el lucro como motor de prosperidad colectiva.

Es vital enfatizar que Colombia es uno de los escasos países de la Ocde donde el coeficiente de Gini, que refleja desigualdad, se sostiene constante previo y posterior a las transferencias e impuestos. Esto significa que, a pesar de las intervenciones estatales, estas no han conseguido un incremento significativo en el nivel de vida. Sin embargo, debido a la creación de riqueza, oportunidades y empleo por parte del sector privado, muchos colombianos han mejorado su calidad de vida.

Entiendo que ser empresario implica enfrentar retos constantes: innovar, ajustarse a regulaciones y lidiar con un Estado que a veces resulta obstaculizador. A esto se suma la necesidad de promover lo que hacen y defender a sus colegas. Afortunadamente, entidades de la sociedad civil como Libertank son aliados en la promoción de la verdad, recordándonos, en palabras de Friedrich Hayek, que “los grandes logros de la civilización no han surgido de las oficinas gubernamentales”, sino de la cooperación espontánea que solo es posible en un mercado libre.

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