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A medida que la economía China se ralentiza y las tensiones políticas con Estados Unidos aumentan, la que alguna vez fue considerada la capital económica y financiera de Asia enfrenta tiempos difíciles. El índice de referencia bursátil perdió 13 puntos en el último año, erosionando la reputación de Hong Kong como un centro financiero global con industrias competitivas y un importante hub de exportación. Mientras el gasto de los consumidores disminuyó drásticamente, la ciudad ha venido perdiendo valor y a su vez el estatus y las funciones exclusivas que alguna vez tuvo. Poco se habla de lo que está sucediendo en China actualmente, pero el impacto de la desaceleración viene afectando a esta ciudad que por muchos años gozó de una economía boyante.
Para este año, el ministro de Finanzas de Hong Kong ha reducido la proyección de crecimiento de 5% a 3%, y la agencia de calificación Moody’s ha degradado el nivel crediticio de la ciudad a negativo, citando la estrecha relación política, institucional, económica y financiera entre Hong Kong y China continental como ‘motivo de preocupación’. La creciente intervención de Beijing en una ciudad que supuestamente goza de cierta autonomía política también ha preocupado a las corporaciones globales, que durante décadas consideraron a Hong Kong como el puente seguro e ‘internacional’ hacia China.
El número de compañías extranjeras establecidas en la ciudad ha disminuido durante cuatro años consecutivos, ahora con 30% menos de empleados trabajando en ellas. Por primera vez en tres décadas, el número de compañías regionales de China continental ha superado al de las empresas internacionales, lo que refleja una inclinación a lo que pareciera insinuar una política de disminución de negocios con Occidente.
A pesar de esto, el Aeropuerto Internacional de Hong Kong (HKG) mantuvo su posición como el puerto de carga más activo del mundo, manejando 4,3 millones de toneladas métricas en 2023. Sin embargo, ha experimentado una caída de 10% en comparación con 2019. Esta caída ha dado paso al crecimiento y desarrollo exponencial de comercio en otras ciudades asiáticas como Singapur (SIN) y Taipéi (TPE).
Por otro lado, la devaluación de las propiedades comerciales contrasta con el alto costo de vida en la ciudad. El mayor impacto se observa en la capacidad de los empleados para pagar viviendas en una ciudad donde el costo de vida supera el de ciudades históricamente costosas como Londres, Viena o Nueva York. Según el último estudio de Mercer, Cost of Living City Ranking de 2023, Hong Kong ocupa el primer lugar siendo la ciudad con el costo de vida más alto del mundo.
El impacto poblacional y cultural también es notable. La ciudad, que tradicionalmente recibía como residentes permanentes a un gran número de extranjeros y expatriados, ha evidenciado un éxodo de más de 140.000 jóvenes profesionales en los últimos años.
Ejecutivos en áreas como el derecho internacional, las finanzas y el mercadeo, disfrutaban de la ciudad por tener algunos de los mejores bares, mejores hoteles y mejores restaurantes Michelin del mundo. Ahora, muchos de estos ejecutivos que habitaban la ciudad con una mentalidad de “work hard, play harder” han emigrado a otras ciudades de Asia como Singapur y Bangkok, en búsqueda de un balance entre vida laboral y experiencias culturales.
Para aquellos que hemos tenido la fortuna de conocer esta espectacular ciudad, esperamos con ansias que las cosas mejoren. Los pilares de su economía, como los bajos impuestos, un sistema legal transparente, un poder judicial independiente y una moneda vinculada al dólar, han perdido su fuerza ante los desafíos actuales. Sin embargo, en medio de las dificultades, persiste la esperanza de que Hong Kong resurja. Con su rica historia de resiliencia y adaptabilidad, desde sus épocas como colonia británica y pasando por su reincorporación a China, algunos creen que solo es cuestión de tiempo para que la ciudad vuelva a florecer, manteniendo su lugar como un faro de innovación, prosperidad y diversidad en el corazón de Asia.
