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“Condenado a morir en prisión. Perdonado por el presidente Trump tras pasar 11 años en una cárcel de máxima seguridad. ‘¡La libertad es dulce!’, así se lee el mensaje introductorio en el perfil de X de Ross William Ulbricht.
Nacido en Austin, Texas, en 1984, Ulbricht se destacó desde joven por su inteligencia. Obtuvo una beca para estudiar Física en la Universidad de Texas en Dallas y luego se trasladó a Pensilvania, donde cursó una maestría en Cristalografía en la prestigiosa Universidad Penn State.
Tras graduarse, incursionó en varios proyectos sin éxito: intentó hacer ‘day trading’ en la bolsa de valores, creó una compañía de videojuegos y, junto a su amigo Donny Palmertree, fundó Good Wagon Books, una empresa de venta de libros usados, pero realmente ninguno de los anteriores tuvo éxito. Su mayor notoriedad llegaría en 2011, cuando creo ‘Silk Road’, (Ruta de la Seda) una plataforma digital que él mismo describió con el deseo de convertirla en “un espacio donde cualquiera pueda comprar y vender lo que quiera de forma anónima, sin dejar rastro alguno”.
¿Qué se vendía en Silk Road?
Si bien la plataforma se promocionaba como un mercado libre y anónimo, para vender cualquier tipo de productos, en la práctica se convirtió en un centro para la compraventa de productos ilegales. La mayoría de los artículos ofrecidos incluían sustancias psicoactivas, documentos falsificados, armas, explosivos, malware y herramientas de hacking, datos personales robados e incluso servicios de mercenarios. En resumen, Silk Road se convirtió en el equivalente a eBay, pero operando en el mercado negro y facilitando servicios y productos ilegales.
El sitio operaba en la red Tor, un sistema diseñado para garantizar el anonimato de los usuarios, permitiéndoles navegar sin revelar su identidad ni su ubicación. Además, las transacciones se realizaban en bitcoin, lo que dificultaba el rastreo de los fondos. En poco más de dos años, Silk Road facilitó más de 100.000 transacciones y movió alrededor de US$183 millones, generando más de US$13 millones en comisiones.
Con el paso del tiempo, el auge de la plataforma y su inmensa popularidad llamó la atención de las autoridades, y el 1° de octubre de 2013, en una operación meticulosamente planeada, el FBI y el Departamento de Seguridad Nacional, DHS, arrestaron a Ulbricht en la Biblioteca Pública de Glen Park, en la ciudad de San Francisco. La redada se ejecutó de forma calculada: dos agentes encubiertos como pareja iniciaron una acalorada discusión muy cerca de él, logrando distraerlo lo suficiente para que otro agente se lanzara sobre su computador abierto. Esto impidió que Ulbricht pudiera activar los mecanismos de cifrado del sistema, dejando expuesta su sesión como administrador de Silk Road. En ese momento, el FBI obtuvo la evidencia definitiva para incriminarlo.
En 2015, luego de un extenso y controvertido juicio, acompañado de una exhaustiva recopilación de pruebas por parte de la Fiscalía, Ulbricht fue condenado por operar una empresa criminal continua, distribuir narcóticos a través de internet, conspirar para el lavado de dinero, traficar documentos de identidad falsos y cometer delitos informáticos. Su sentencia fue severa: doble cadena perpetua, más 40 años, sin posibilidad de libertad condicional.
Pero entonces, ¿por qué Trump lo perdonó?
Si Ulbricht fue declarado culpable de múltiples delitos, ¿por qué el presidente Trump decidió otorgarle el indulto?
Durante su campaña presidencial, Trump prometió su liberación, argumentando principalmente una condena excesiva, pero también declaró que algunos de los mismos fiscales y funcionarios que impulsaron su condena fueron responsables de la “persecución política” en su contra. Además, su caso se convirtió en un símbolo dentro del movimiento libertario, que lo veía como una víctima del exceso de poder del Estado. La comunidad cripto, que ha crecido exponencialmente en la última década, también hizo presión, considerando que su castigo fue desproporcionado frente a otros crímenes.
El 21 de enero de 2025, un día después de la posesión presidencial, Trump hizo oficial el indulto total e incondicional de Ross Ulbricht, permitiéndole salir en libertad luego de 4.130 días en la prisión de máxima seguridad de Florence High en Colorado.
Más allá de si Ulbricht merecía o no su libertad, o de si su condena fue exagerada, su espectacular historia sigue siendo una de las más polémicas en la intersección entre tecnología, libertades individuales y justicia en la era digital reciente.
Puede que su liberación no necesariamente responda a un acto de justicia, sino una decisión política alineada con intereses libertarios y de la industria cripto. De igual forma, Trump, al concederle el indulto, cumplió una promesa de campaña y envió un contundente mensaje al sistema judicial tradicional.