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Mientras muchos sectores económicos sufren por la dramática disminución en sus ventas, el negocio de las bicicletas se ha disparado durante la pandemia. En todo el mundo se reportan altos incrementos en la demanda y las existencias no alcanzaron para cubrir los pedidos. Los niveles de inventario bajaron, a tal punto que hasta las bicis de años anteriores se han vendido, pues cada día hay menos opciones para los nuevos usuarios.
El fenómeno colapsó la estructura de los fabricantes de estos vehículos, quienes no estaban preparados para el requerimiento global, al punto de que los tiempos de entrega se han atrasado hasta seis meses en el mejor de los casos. Esto traerá escasez durante el resto de 2020. En países como EE.UU., marcas reconocidas, incluyendo a Trek, reportaron un bajo nivel de inventario y las grandes cadenas no encuentran la forma de poder atender esta nueva tendencia.
A mediano plazo será difícil entender la realidad a la que se ha visto enfrentado este sector que, a causa del Covid-19, se ve beneficiado por los siguientes factores: la importancia de conservar el distanciamiento social que hace que las personas utilicen la bici como medio de transporte; la necesidad de preservar el bienestar, bien sea de manera recreativa o buscando salud a través de la práctica del ciclismo, y la sensación de libertad que genera su uso.
Otro factor de influencia en el crecimiento del mercado de la bicicleta es la disminución del consumo que anteriormente se presentaba en otros sectores de la economía como lo son la hotelería, la aviación, los restaurantes y los deportes de conjunto, entre otros, que hoy día están paralizados generando, además el impulso al consumo de productos para el entretenimiento en casa.
Tal y como está el panorama, nadie puede predecir cuándo volverá la normalidad en la venta de bicicletas. Pero lo que queda claro es su dependencia de unos cuantos fabricantes de repuestos, ya que la producción de marcos, llantas, manubrios, rines y sillines, entre otros, se encuentra en manos de muchos fabricantes asiáticos y la disponibilidad de los repuestos o su grupo (bielas, pedales, cambios, platos, frenos, tensor, descarrilador…) está condicionada a unos cuantos proveedores.
El primero de estos es la marca de origen japonés Shimano, que cuenta con artículos de gran calidad y respaldo para diferentes categorías de bicicletas, pero que, por los crecientes pedidos afronta problemas de producción para atenderlos con prontitud.
El segundo de los proveedores es el fabricante americano Sram, que a pesar de competir con sus componentes o grupos a Shimano en bicicletas de gama media y alta, aún no encuentra el camino para disputarle en toda la gama y su participación en el mercado es baja.
En tercer lugar están los fabricantes de partes genéricas, que en su mayoría no tienen la misma calidad, respaldo y tecnología que el gigante japonés, ya que sus productos son de menor calidad y no garantizan un desempeño ideal para los nuevos biciusuarios.
Así que al tomar la decisión de comprar, es fundamental que los repuestos sean de marca Shimano o Sram, en su mayor parte, para evitar malas experiencias. Las bicicletas deben ser de marcas reconocidas, con garantía de por vida y que tengan también componentes de alta calidad. Ahorrar en la compra de una bici dotada con llantas, marcos y partes de baja calidad, además de ser una mala inversión, es poner en riesgo la vida, ya que existen marcos de carbono desde $1,5 millones hasta $20 millones y, claramente, el de más bajo precio adolece de tecnología y calidad. En cuanto a las llantas, estas se encuentran desde $15.000 hasta $250.000 y lógicamente pueden percibirse las reales ventajas y beneficios después de sufrir un accidente. Comprar una bicicleta no solo depende de un grupo; es el conjunto de partes y componentes lo que hace la diferencia para proteger la vida y poder tener así una experiencia inolvidable al rodar.
Para el caso de Colombia, somos un país de gran tradición ciclista y el fenómeno de la bici lleva varios años, a tal punto que hasta las cadenas de supermercados han puestos los ojos en este negocio. Seguramente aparecerán nuevos actores, incluso los informales, en búsqueda de ser protagonistas en este sector, para competir con las tiendas especializadas y las marcas nacionales e internacionales.
Lo único claro es que la bicicleta, después de la pandemia, se abrirá paso para ser protagonista como una solución simple a problemas tan complejos en el mundo como lo son la movilidad, la salud y la contaminación. Pero naciones como la nuestra deberán tomar medidas urgentes con el propósito de integrarla a los sistemas masivos de transporte, sin olvidar que se deben generar espacios adecuados para su circulación, que a su vez brinden mayor seguridad a los usuarios.