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En tiempos difíciles, la importancia de un asesinato depende de la calidad de la víctima, a tal punto que es distinta la muerte de un policía, un niño, un delincuente o de un vándalo. Los muertos tienen valor dependiendo de su naturaleza. En tiempos difíciles, la corrupción se mueve a gran escala, se roban hasta los recursos asignados para alimentar a los niños sin que nada pase, pero si el robo fue hecho por un padre de familia en un supermercado, para alimentar a sus hijos, aparece la justicia implacable.
En tiempos difíciles, la sola orientación política nos hace ver como enemigos sin importar hacia donde mira un lado o el otro. Se pierde el respeto con el otro simplemente porque piensa distinto y se destila odio visceral en variados sectores de la población.
En tiempos difíciles, las redes sociales se convierten en unas armaduras infinidad de veces manipuladas con el engaño para crear más resentimiento y enfrentamientos entre la sociedad. En tiempos difíciles, aumenta la violencia; no hay tolerancia, más mujeres y niños son víctimas de agresiones, mientras los homicidios y la delincuencia florecen a la sombra de la impunidad rampante.
En tiempos difíciles, se presentan guerras por sed de poder, sin importar cuántos son los muertos, el dolor causado y los desastres generados. La riqueza se cubre y protege de cabeza a los pies, mientras la pobreza queda expuesta, tal cual, al frío, el hambre y la miseria.
En tiempos difíciles, todos hablamos de superioridad moral, ética e intelectual, señalamos al corrupto, pero nadie analiza sus propios actos. La sociedad se divide en bandos y se miran solo los errores del lado opuesto. Nadie mira la viga en el ojo propio. Los más pecadores se vuelven “santos” y “profetas”, mientras sus opositores llevan consigo signos de maldad y destrucción.
En tiempos difíciles, aunque exista información y hechos reales para entender la verdad, son miles las personas que se niegan a verla, asegurando tener la razón para justificar sus desatinadas acciones.
En tiempos difíciles, se ofrecen incumplibles promesas y fórmulas imposibles a un pueblo dividido, para acabar con todos los problemas, como si un individuo fuera a cambiarlo todo. Se olvida la miseria y los desplazamientos de millones de personas que ciegamente se aferran a la esperanza de tener un mejor mañana.
En tiempos difíciles, se debería pasar la página. Trabajar unidos para combatir los males que aquejan a la sociedad y no perder tiempo peleando sino ayudando al país a crear un futuro mejor. Es hora de encender nuestra luz para que no caigamos en un abismo peor. ¡El ser humano es tan libre que puede escoger su propia esclavitud! Malka Valovis.
En tiempos difíciles, llego, igualmente, a estas conclusiones: son más elogiados los que destruyen que los que construyen; han ganado más terreno la frivolidad, el egoísmo y la indolencia que el amor, la compasión y la solidaridad. Se brinda por el orgullo y los defectos en lugar de hacerlo por la humildad y las cualidades; se celebran el dolor y el fracaso del otro, en tanto se envidian la alegría y la prosperidad. ¡Se disfruta más el mal que el bien! ¡Se vive dándole más importancia al poder de la razón que al poder del corazón!
En tiempos difíciles, quien trabaja duro, con disciplina, exigencia y responsabilidad, es criticado y envidiado por los que escogieron la vida fácil y la mediocridad, con la creencia de que todo se lo merecen… o que se los deben. La moda invita a desconocer los valores, a proteger y salvaguardar a los delincuentes; a escuchar a los corruptos y acallar a los honestos. Cuando se acoge el caos y se odia el orden se vuelve entonces más importante RESTAR Y DIVIDIR QUE SUMAR Y MULTIPLICAR.