MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
De forma permanente escucho empleados opinando de lo mal manejadas que son las empresas y de los desaciertos de sus directivos. Quisiera decirles que tienen toda la razón. Las empresas están compuestas por seres humanos, todos imperfectos pero dirigidas por personas sin miedo a equivocarse; enfocadas en construir, perseverar, aceptar errores y corregirlos oportunamente, en lugar de opinar de manera destructiva y salir corriendo ante la primera adversidad.
Desde el punto de vista de los críticos, errores son muchos y pocos los aciertos. Buena parte de los detractores están rodeados de teoría, creen en el mundo perfecto, no soportan el yerro y no ven la magnitud del bosque por mirar el árbol seco de al frente, ni mucho menos de recorrer la milla extra que crea la diferencia.
Muchos piensan que la teoría se aplica y que de inmediato se cumple. Consideran que el mundo es perfecto, que las empresas necesitan de esto para alcanzar el éxito y opino que están erradas. Claro hay que buscar el acierto, pero se debe tener en cuenta que en el camino se convive con los errores. Lo importante es llegar, en lugar de dedicarse a renegar y disculparse porque no todo sale como lo expresa la teoría. El triunfo no es para los genios de la palabra, es para los actores que toman riesgos sin temor. Creo que en algunas ocasiones sobrevaloramos el miedo, dándole un tamaño superior que a las oportunidades que dejamos pasar por temor.
En momentos adversos, hay algunas personas que culpan de sus fracasos a las circunstancias. En mi opinión están en su mayoría equivocados. Las empresas que desaparecen por fenómenos mundiales como el que vivimos hoy, ya venían mal y los empleados que fueron despedidos no eran tan necesarios. Cuando las cosas se ponen complicadas, los emprendedores salen a hacer cosas; y para ejecutar se necesita acción, creatividad y, algo fundamental, es tener un propósito, trabajando con pasión para alcanzarlo sin importar cuántos tropiezos se encuentren.
Ante la adversidad son muchos los que se dedican a quejarse y solo unos cuantos renacen de las cenizas, porque los sueños no se incendian, la perseverancia es intocable y la pasión se enciende aún más con las llamas. Las empresas son un balance de aciertos y desaciertos, pero como empresarios debemos poner foco en las mejores prácticas, en lo que nos hace diferentes, para alejarnos del fracaso y conquistar metas.
Los riesgos se asumen para alcanzar el éxito, tratando de vivir en plenitud, asumiendo que la existencia es imperfecta y que el fracaso construye, pero infortunadamente, nuestro ego busca la culpa en los otros generando mayor destrucción.
Algunas personas están por estar en sus trabajos o empresas. Inconformes, renegando y pendientes del reloj. Solo están matando tiempo, desperdiciando su vida y sin avanzar, porque el miedo obstruye su mente y no les permite liberarse en busca de un mejor futuro. El progreso es el resultado del sacrificio, la perseverancia, de compartir experiencias y de aceptar que no todo lo que nos pasa es culpa del otro.
En el mundo empresarial, infortunadamente, algunas personas no tienen la sinceridad y el coraje para aceptar sus fallas, escondiendo su incapacidad y falta de acción bajo disculpas como si eso fuera la respuesta ideal para los clientes, accionistas, proveedores, empleados y sus familias.
Solo cuando buscamos dentro de sí, encontramos nuestras limitaciones ,evitando criticar el éxito de los demás y justificar las frustraciones. Recuerde, que antes que emitir juicios de valor, hay que actuar. El mundo es de los actores, de los que hacen, y no de aquellos que van acompañados de aquel famoso refrán: “mucho ruido y pocas nueces”. Y además, aprende a volar como un águila que va en silencio y tiene el poder de tocar el cielo, en lugar de actuar como un loro que habla mucho sin volar alto.
“Nunca serás criticado por alguien que esté haciendo más que tú, sólo serás criticado por alguien que esté haciendo menos o nada"
Steve Jobs