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Desde que era niño entendí que una de las bases más importantes de la vida era la educación. Sin embargo, y desde ese entonces, noté también la enorme diferencia que existía (y aún sigue existiendo) entre los colegios públicos y privados. Desde entonces, viviendo en Cajicá pero viajando a Bogotá todos los días, logré vislumbrar esa brecha social profunda, responsable, en gran medida, de las desigualdades económicas del país.
Mis compañeros de fútbol iban a un colegio público y yo a uno privado: era evidente entonces y lo es aún ahora, que mientras algunas personas desarrollábamos un alto crecimiento personal e intelectual desde lo académico, otras no tenían las mismas oportunidades por la razón que planteara su contexto geográfico, social u económico.
Esa verdad me abrió los ojos y me convirtió en un fiel creyente de que una educación pública de calidad ejerce un poder liberador en las personas, así como también puede tener un efecto de inclusión en la sociedad. Por ello, decididamente uno de mis propósitos de vida se ha centrado en derribar esas desigualdades para lograr el acceso de miles de niños, niñas y jóvenes a una educación pública de calidad.
Si bien es cierto que para este año se designó un presupuesto total de $47,3 billones de pesos para la educación -siendo este el más alto en toda la historia del sector - aún hay un gran trabajo por hacer, y es el de mejorar la calidad de la educación pública y esto también se logra desde lo local.
Cuando quienes reciben una educación de menor calidad ven restringidas sus posibilidades de actuación en la sociedad, no desarrollan ciertas capacidades, el ingreso y permanencia en la educación superior es menos probable, y por tanto el desempeño en el mercado laboral y la generación de ingresos se ve limitada. La construcción de un futuro con oportunidades y menos desigualdad parte de generar más y mejores oportunidades educativas, no solo a partir de las partidas presupuestales sino, sobretodo, del enfoque de los proyectos educativos en los que se invierta.
Para mejorar el desempeño de los colegios oficiales se requiere implementar una estrategia integral de mejoramiento encaminada al fortalecimiento institucional y curricular de las competencias de liderazgo educativo, pedagógicas, socio emocionales y de convivencia con directivos, docentes, estudiantes y familias. Así como intervenir en las condiciones físicas para ofrecer un clima y cultura adecuados.
Con la Gobernación de Cundinamarca hemos apostado por realizar un proyecto de mejoramiento en la calidad escolar en el departamento. A la fecha con la Fundación Alquería Cavelier hemos mejorado la calidad en 31 colegios públicos en y de la mano de los municipios de Cajicá, Chía, Tabio, Tenjo y Zipaquirá impactando a más de 39.000 estudiantes. Ahora en esta nueva alianza queremos brindar condiciones óptimas en el desarrollo de la actividad de formación escalando el modelo a las escuelas oficiales de 32 municipios, para impactar a más de 200.000 estudiantes.
Contribuir a romper el círculo de la pobreza en el país seguirá siendo nuestra prioridad y estoy seguro de que la educación con procesos sostenibles en el mejoramiento de la calidad educativa es el camino. Siempre recordaremos la mayor conclusión de tesis doctoral de Juan Luis Londoño en Harvard: a mejor educación, menor coeficiente Gini.