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Indudablemente, las comunicaciones, en todas sus manifestaciones y formas, mueven el mundo, y consecuentemente a las personas, y como dijo John Maxwell, “todo y todos comunican y no se puede no comunicar”, por lo que en el mercadeo tienen un rol que para no pocos puede considerarse como el más importante, ya que con ellas se generan las percepciones que, a su vez, son la realidad de cada quien.
La comunicación mercadológica se diferencia de las demás porque no busca solamente suministrar información a los mercados, sino que además, generar comportamientos sostenibles de quienes conforman los grupos objetivo, por medio de un proceso estimulador que nunca termina, si se quiere continuidad en el mundo en el cual se desenvuelve la organización. Como en toda relación humana, la comunicación continua, bien hecha, o sea que conecte, no solo llamando la atención, es la base del mantenimiento del interés y acción de los humanos.
Tradicionalmente el marketing ha manejado procesos comunicacionales unidireccionales, que parten del emisor hacia el mercado buscando la acción de los receptores/perceptores, pero, desde hace unas décadas se ha insistido en la necesidad de una bidireccionalidad, o quizá mejor, multidireccional, iniciándose desde cualquiera de las partes, bien sea que el mercado indique sus necesidades, deseos, expectativas, y parámetros para que se establezcan ofertas de las organizaciones que pueden suministrarlas, o de la forma que tradicionalmente se han dado, es decir, partiendo de quien algo ofrece.
La logística mercadológica se basa en el tradicional principio aida (atención, interés, deseo y acción), sin fin, es decir, no debe suspenderse una vez logre conexión (aceptación y acción del mercado) e involucramiento o enganche de las personas, que se convierten en influenciadores no pagados, o sea evangelizadores de la organización por convicción, que es fundamental en las comunicaciones del mundo actual.
Resumiendo, en mercadeo se busca entonces que la información además de cumplir con la esencia de ella, logre acción y que ésta sea duradera. Para lograrlo, muchos expertos han recomendado seguir una guía que podríamos resumir en los siguientes pasos.
Escuchar sobre las metas y los objetivos que se ha trazado la organización, tanto a internos como a externos, estableciendo actividades rutinarias pare el efecto, y facilitando los medios de contacto entre todos.
Establecer un plan de acciones a partir de lo que se escucha, para adelantar los ajustes y modificaciones que se requieran con el fin de obtener los objetivos que conduzcan al logro de las metas establecidas.
Enfocarse en una acción, evitando distracciones que puedan dar al traste con lo pretendido, pero, y muy importante, tomando descansos que permitan mantener la atención de lo que se está adelantando, pues no es posible mantener el ritmo sin ellos.
Evitar distractores para poder mantener la concentración, dentro de límites de tiempo que se establezcan para todo lo que debe transmitirse y recibirse.
Priorizar y simplificar, pues lo que se ha de comunicar debe estar ordenado de acuerdo con la importancia que tiene, importancia que además es relativa y subjetiva, haciendo que el proceso sea dinámico, razón por la cual exige conocimiento, atención y preparación, utilizando tantos canales como sean necesarios.