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Cada vez es más necesario considerar y medir el valor real de lo que se dice, en especial, cuando ello se hace bajo el anonimato o utilizando cuentas ficticias, como ocurre en las redes sociales, porque amparándose en ello muchos inescrupulosos se aprovechan y lo hacen para perjudicar. Todo y todos comunican y no se puede no comunicar, como afirmó John Maxwell. Además, es potestativo de cada persona atender, interpretar y retener en la mente lo que a cada quien le parece, siendo ello dependiente de valores, principios, creencias, conocimiento, experiencias y, muy importante, influencia de otros. Por ello, hay que manejar comunicaciones evitando tergiversaciones, malentendidos y lamentaciones, por decir lo menos.
Está demostrado que lo que opina la gente tiene un alto significado y un alto poder de influencia sobre las decisiones de acción y las opiniones de los receptores de mensajes, y muy fuerte lo que se hace en y con las redes sociales. La ausencia de normatividad para lo que se hace en y con ellas exige un proceso educativo que no se ha dado y pareciera que ni siquiera iniciado. Para muestra, lo que está sucediendo con el desgobierno actual.
El poder de los comentarios de los demás comenzó a considerarse como algo de verdadero significado, sobre todo en marketing, cuando se publicaron los libros de Jerry Wilson (Word of Mouth Marketing) y Emanuel Rosen (The Anatomy of Buzz) el siglo pasado. Igual de importantes son las mediciones sobre la influencia de esos comentarios.
Los analistas no consideran un valor de la influencia de las opiniones menor de 40% sobre las decisiones de las personas, y categorías en las cuales alcanza a ser mayor de 85%.
Es una realidad que lo que dicen los demás es cada vez más influyente en las decisiones. Y si los comentarios son hechos por personas de alta credibilidad e influencia en la sociedad, con mayor razón, De ahí, el poder de las Relaciones Públicas. Los últimos acontecimientos en nuestro país lo demuestran una vez más.
Los testimoniales en la comunicación, no solamente en la mercadológica, han sido de mucha fuerza, pero desafortunadamente son cada vez más los casos en los cuales se usan para falsear realidades y hacer más confusos los mensajes. Si no estuviera ocurriendo lo que está sucediendo, serían de muchísima efectividad y las cosas serían diferentes.
La influencia es exponencial, cosa que se ha demostrado en la práctica. Hay que recordar que la velocidad de difusión de lo negativo es mucho mayor que la de lo positivo, y que en situaciones como las que vivimos, y con la tecnología al alcance de todos, sin barreras y casi que sin límites éticos, lo negativo se está difundiendo cada vez más rápido y hasta con sevicia, que hace más mal que otra cosas.
Los sistemas educativos que existen en la actualidad, inculcando y enfatizando derechos antes que deberes, sumado al incremento de los índices de inseguridad y violencia, por mencionar algunos, generan un mayor nivel de negatividad en la gente, que hace que los comentarios negativos sean mucho más en cantidad que los positivos, y aumenten los índices de desconfianza, además de impulsar la difusión de lo malo por encima de lo bueno.
El mercadeo, como todas las actividades humanas, tienen en las comunicaciones un gran poder. Por eso, ¡hay que tener cuidado con los comentarios!