MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Escuchando y leyendo a personajes como el español Ignacio Morgado Bernal, neurocientífico y catedrático de Psicobiología del Instituto de Neurociencia en la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, al argentino Néstor Braidot, experto en neuromarketing y fundador del Instituto Braidot, y otros, y recordar lo que sucedió a Phineas Gage, cuyo accidente ocurrido en 1848 sirvió para reafirmar que el cerebro humano se diferencia del animal por tener una parte racional (que no tienen los animales) y otra emocional, que aunque separadas se combinan para tomar decisiones haciendo que en la comunicación sea necesario trabajar ambos campos, emocional y racional, y que los humanos somos más emocionales que racionales, se puede comprender en parte lo que sucede en los procesos de toma de decisiones y lo que se está viviendo en este año electoral, que sin duda es el más importante de los que nos ha tocado vivir.
Por ello, cuando Jack Trout comenzó a tratar sobre posicionamiento indicó que es más fuerte el que se trabaja con aspectos psicológicos que con los racionales, porque a la emocionalidad se le busca la racionalidad una vez tomadas las decisiones, lo que no sucede al contrario.
Además, y como si fuera poco, cuando no existen suficientes razones para análisis y tomar decisiones por falta de experiencias y conocimientos, como acontece en múltiples casos y lo estamos viviendo en el ambiente político, sabiendo que lo emocional prima sobre lo racional, especialmente entre los más jóvenes, se podrá comprender con mayor facilidad la razón de los comportamientos de quienes se dejan manipular por aspectos emocionales.
Como le ocurrió a Gage al perder la actividad racional del cerebro, las decisiones basadas en lo emocional lo convirtieron en una persona más parecida a los animales con mayor desarrollo cerebral, porque todos no poseen el mismo nivel de desarrollo.
Podría afirmarse entonces que cuando no existe fuerza racional para decidir, haciendo que la balanza se incline con fuerza por lo emocional, el comportamiento de muchos se da como el de Vicente, es decir, para donde va la gente, dejándose influenciar por fotografías, refranes, frases populistas, eslóganes y mentiras que agradan. Y cuando no se tiene ni experiencia ni conocimiento, con mayor razón.
Cuando se habla de marketing de contenidos se insiste en la necesidad de manejar los procesos comunicacionales combinando lo emocional con lo racional en la debida forma, dependiendo del segmento al cual se dirigen para reforzar lo que sea necesario.
Cuando no se existen bases sólidas de análisis o raciocinio, hay que aumentar la actividad comunicacional que genere suficientes elementos cognitivos para que las decisiones sean tomadas de la mejor manera, sin pretender decir con ello que se eliminan los riesgos de equivocación, mas sí que se disminuyen.
Desde hace muchos años se ha insistido en que se deben destacar con mayor intensidad los beneficios que generan las ofertas, en todos los campos, debido a que con ello se trabaja con mayor intensidad lo emocional que lo racional, pero combinado con lo racional que hace que sea posible. Sin embargo, mucho se aprecia que con o sin conocimiento de causa, las comunicaciones mercadológicas han descuidado esa mezcla, razón por la cual se aprecia el comportamiento de Vicente, y sobre ello hay que tener cuidado.