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Theodore Levitt decía que la imitación con algunas modificaciones superaba la creatividad que hay que trabajar en el marketing. Y alguien opinó, con razón, que es mucho más fácil dejar de hacer o destruir que actuar o pensar.
En las circunstancias que estamos viviendo, y en este año de elecciones, son muchas las cosas que se hacen, haciendo creer que es mucha la actividad de no pensar o pensar poco, que como afirmó Donald Keough sobre los mandamientos para fracasar, es uno de ellos.
Es paradójico lo que se aprecia. Casi todos desean y buscan nuevas formas de hacer y decir las cosas, pero dejan ver con claridad el temor por atreverse a modificar, hacer algo novedoso y ensayar.
El uso de las herramientas digitales y el trabajo por lograr un adecuado, necesario y efectivo reposicionamiento, sobre todo el competitivo, son ideales cuando se presentan situaciones complejas, que requieren acciones fuera de lo común para conservar el mercado que se ha logrado, al tiempo que se atraen nuevos y se “crea” el futuro de la organización.
Da tristeza apreciar que cuando se ven actividades que podrían considerarse novedosas y efectivas, son muchos los imitadores, dándose resultados apenas aceptables, en el mejor de los casos, como para corroborar el dicho que afirma que “tanto limosnero junto pierde la limosna”, porque todos pasan a ser de los llamados “yo también”.
La constante del cambio, la tecnología y la multiplicidad de oportunidades que se presentan en el mundo actual por las crisis y la incertidumbre casi que generalizada en el mundo, presentan muchas formas de implementar un verdadero y efectivo mercadeo y estar en contacto permanente con los mercados. Pero lo que se observa es poco o inadecuado, muy limitado y mucha copia y falta de claridad. La efectividad del marketing se reduce, si no es que se pierde. La falta de diferenciadores claros en las comunicaciones, las promesas que no se cumplen o son imposibles, las comparaciones indebidas y hasta mal intencionadas muchas veces, la falsedad y la publicidad negra, hacen de la creatividad mercadológica una gran ausente de las actividades adecuadas.
Son pocos, muy pocos los formatos verdaderamente creativos y atractivos, con mensajes claros y diferentes, bajo los parámetros del mercadeo como varias veces ha comentado Seth Godin.
El uso indiscriminado de las comunicaciones por celulares, para mencionar un ejemplo, se ha vuelto no solo incómodo sino irrespetuoso, convirtiéndose en práctica de un verdadero y efectivo antimercadeo.
La ausencia de actividades con clientes que han sido fieles durante largo tiempo, por tratar de atraer nuevos mercados, pensando que así se hace uso de la creatividad, conlleva a descuido de los mercados actuales que se convierten en ideales para la competencia.
La falta de verdadera creatividad, así sea como Levitt dijo, creativa, hace que se requiera capacitación, entrenamiento y participación de todos en la organización.
La creatividad para el mercadeo siempre ha sido necesaria, pero desafortunadamente está brillando por su ausencia en las organizaciones actuales, que se han dedicado más a lo que decimos al principio, imitar y hasta falsear. Pero no es tarde para comenzar a hacer cosas de verdad, creativas y efectivas.