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La falta de un verdadero mercadeo político en nuestro medio lleva a pensar que estamos viviendo de nuevo lo que los historiadores llamaron “patria boba”, sobre lo cual muy buena parte de las nuevas generaciones, principalmente, desconoce. Si después de la declaración de independencia se dio comienzo a la serie de peleas y discusiones entre centralistas y federalistas que generaron ese caos que dividió al país entre 1810 y 1816, caracterizado por los conflictos internos debido a opiniones encontradas, entonces vivido y dizque superado tras varios años de confrontaciones, hoy parece que hubiera vuelto a surgir haciendo que se vuelva a vivir una situación que más que boba, podría denominarse de otra forma, con muy buena parte del pueblo colombiano actuando sin conocer razones ni motivos, y como afirmó el Dr. Fernando Londoño hace unos días, sirviendo de idiotas útiles para la causa de unos pocos.
Falta de mercadeo político porque si se hubiera desarrollado ese marketing, se tendría un verdadero conocimiento de la filosofía de los partidos y una clara política de estado. Ojalá, es la esperanza, el Presidente logre lo que pretende, y lo que el exministro Londoño comentó en su hora de la verdad sea eso nada más, un comentario, y no se de otra versión de esa patria boba.
Pero es que además, no es solamente en la política, pues el mercado (léase comportamiento de los clientes) se parece en mucho a la manera como actuaron nuestros compatriotas durante esos años, debido a un mercadeo que se está practicando en muchos casos, no solo en Colombia sino en muchas partes del mundo debido a la codicia y afán de más de gente que se dice de mercadeo pero que en realidad es más monetarista que otra cosa, lo que llevó al afamado profesor español Rafa Cera a escribir un comentario sobre el que llama “stupid marketing”, y sobre lo cual dice que “Nos obcecamos, algunos profesionales, pregonando y trabajando con las empresas por un marketing que trascienda, que se centre en satisfacer a los clientes, que no pretenda engañar, sino que convenza, centrado en el cliente y amparado en una oferta de valor que solucione los problemas o necesidades y deseos de este”, caracterizado porque importa más la apariencia que el contenido, tiene como finalidad el efectivismo para lo cual utiliza palabras, mensajes, formatos, colores, etc., para llamar la atención aun por aspectos no siempre buenos para la marca, dejando de lado los intereses del cliente valorando más lo que se muestra, manipulando ofertas para lograr transacciones antes que fidelidad, descuidando al cliente por lograr más mercado y vender así sea con engaño, principalmente y más. En otras palabras, con verdades a medias y hasta con mentiras.
Además, continúa comentando, el mercadeo estúpido supone una visión cortoplacista y una finalidad en dinero antes que en el cliente; la marca no importa tanto y el éxito se mide por cifras de ventas teniendo como indicadores solamente lo cuantitativo sin considerar lo cualitativo.
Termina el comentario indicando que el verdadero mercadólogo lo puede identificar fácilmente pues se caracteriza “por algo que es creer que el cliente comprará lo que más le llame la atención, no lo que mas le interese para su situación. Es la máxima expresión de desprecio por el cliente, pues utiliza el stupid marketing asumiendo que su cliente es idem”.
Para pensar tanto lo uno como lo otro.