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Las imágenes que vimos hace semanas en el Estadio El Campín en Bogotá son impresionantes. Todos vimos a jóvenes agredirse con una violencia absolutamente desbordada durante el primer partido de fútbol con público desde la pandemia en Bogotá. Estas imágenes no las podemos repetir, ni en Bogotá ni en ningún estadio del país.
El fútbol es un deporte que genera pasiones, pero no podemos permitir que esto se traduzca en violencia. Los estadios del país deben ser escenarios para el disfrute de las familias e, incluso, para los niños, que en muchos casos sueñan con ser futbolistas y celebrar un gol. Por eso, es necesario que trabajemos en entender de dónde viene esa violencia, cuáles son sus causas, sus raíces, analizando también el contexto social en el que sucede.
Tenemos que sacarles tarjeta roja a los violentos, pero impedir el ingreso de público a los estadios no debe ser la salida; no podemos simplemente cerrarles las puertas a las familias e hinchas pacíficos, pues esto solo representaría el triunfo de unos pocos desadaptados que no encuentran más vías que las violentas. Terminaríamos cerrándoles también las puertas a los sueños de nuestros pequeños deportistas.
Desde Asocapitales hemos dado discusiones profundas sobre posibles soluciones. Estamos convencidos de que la clave está en trabajar conjuntamente con las barras, los equipos y las autoridades. Solo de la mano de las barras podremos entender las razones de la violencia para encontrar la manera de evitarla; es fundamental hablar con ellos, entender qué piensan y qué proponen. En muchos casos, lo único que necesitan estos jóvenes es ser reconocidos, escuchados, y tener una oportunidad en la vida.
En cuanto a las sanciones, creemos que deben ser individuales: a los hinchas violentos, a las barras que no se comporten, no a toda la hinchada ni a toda la ciudad. Trabajaremos en iniciativas como la instalación de cámaras biométricas en los estadios para mayor facilidad en la identificación de los violentos, pero también es fundamental trabajar de la mano de las barras en la identificación de sus integrantes. No podemos repetir imágenes como las de Bogotá. Y mucho menos situaciones como esas: en la que un hombre tremendamente violento es capturado y resulta que tenía abierta ya una investigación por tentativa de homicidio.
Trabajemos para que los estadios sean un escenario de convivencia pacífica y alegría, como ocurre en la mayoría de casos. En Montería, por ejemplo, vivimos el regreso del público al estadio con un piloto de reactivación del escenario deportivo. Tuvimos el encuentro entre nuestro equipo Jaguares y el Atlético Huila. Registramos un partido tranquilo, donde grupos familiares y la hinchada en general volvieron a vivir la fiesta del fútbol en paz.
Así debe ser siempre. Cerrémosle la puerta a la violencia, que no cabe en el futbol. Pero abrámosela a los sueños de los pequeños deportistas que esperan toda la semana para poder ir al estadio a celebrar los goles de su equipo en paz. Ese es el compromiso de Asocapitales.