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La atención pública y la gestión de los estados se ha centrado en combatir el virus, con esfuerzos paralelos para evitar el colapso total de las economías. Esta doble tarea es difícil pues lo primero supone el aislamiento de las personas y lo segundo que esas mismas personas desarrollen su actividad económica. Para lograr estos objetivos, los estados han hecho esfuerzos fiscales sin antecedentes esperando que una futura recuperación económica no sea demorada. La pregunta que todos nos hacemos es como será esa recuperación.
Con razón (o sin ella) a esta pandemia se ha dado el calificativo de una guerra y ello trae a la mente la Segunda Guerra Mundial. A diferencia de la actual, la disrupción económica aquella fue de algunos de algunos años y el estado general de zozobra tuvo que haber sido mayor al que vivimos. No obstante la escala de la destrucción que significó esa guerra, la post guerra fue un período de rápida recuperación. Si bien esa recuperación fue el resultado de políticas fiscales por parte de las naciones triunfadoras que irradiaron tanto sus economía como las de aquellas naciones vencidas, un factor detonante fue la innovación, el conocimiento y el desarrollo tecnológico que acompañó a la guerra.
La innovaciones que se desarrollaron para ganar esa guerra incluyen los motores a propulsión, los computadores, los sistemas de navegación, los hornos microondas, el uso de antibióticos, el caucho sintético, la energía atómica e innovaciones en el campo de la medicina entre muchos otros aspectos. Fueron estos desarrollo los que permitieron el auge de la década de 1950 que vieron la mayoría de naciones.
Es que en estas épocas de dificultad, escasez y tensión la capacidad del ingenio y creación del ser humano se potencializa. Y eso es lo que estamos viendo en la actual guerra contra el Covid-19. Cientos de laboratorios en el mundo trabajan a marchas forzadas para desarrollar nuevas tecnología que permitan hallar una vacuna que traerá avances en la investigación médica, otros trabajan en sistemas de pruebas que permitirán identificar anticuerpos de manera expedita.
Las grandes compañías de tecnología están desarrollando nuevos sistemas de identificación personal que por ahora tienen la función de permitir el seguimiento de cadenas epidemiológicas. El Big Data y la Inteligencia Artificial están encontrando nuevos terrenos que permiten monitorear el comportamiento humano y que servirá en el futuro para otros propósitos tanto públicos como privados.
Por su parte los negocios se están reinventando y buscando nuevos modelos que les permitirán ser mucho más eficientes pasada la pandemia. El teletrabajo, las conferencias virtuales, la redes logísticas y nuevos sistemas de abastecimiento han encontrado niveles de productividad desconocidos antes de la pandemia.
En la educación se está dando una verdadera revolución que le da una nueva dimensión a la relación entre tecnología y conocimiento y la cultura ha encontrado fórmulas de llegar a las masas, mientras universidad y producción se convierten en aliados para producir ventiladores para las UCIs, de la mano de nuevos emprendedores.
Cuando el conocimiento que ha venido surgiendo de esta guerra se ponga a disposición de la economía con el propósito de mejorar el bienestar, vendrá un auge asociado a esa innovación comparable con aquel de la segunda guerra.