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La iniciativa de cooperación internacional y presencia global más grande que se ha lanzado desde el Plan Marshall a fines de la Segunda Guerra Mundial es, sin duda, la estrategia de la China denominada La Franja y La Ruta, como se conoce a la Nueva Ruta de la Seda, evocando las rutas comerciales terrestres que conectaron a China con occidente, iniciadas bajo la Dinastía Han alrededor de 2010 AC y que perduró hasta el siglo XIV. La Franja y La Ruta, a diferencia del Plan Marshall , tienen un alcance global y ha sido suscrita a la fecha por más de 150 países. Desde los romanos no ha existido un esfuerzo igual por dotar al mundo de infraestructura física hoy consistente en vías, trenes, puertos, aeropuertos y otros en Asia, África, Europa y América Latina. Colombia es uno de los pocos países en la región que no ha suscrito esta iniciativa, sin embargo, aquí también hay una presencia significativa China en el desarrollo de nuestra infraestructura.
Una crítica que desde occidente se le ha hecho a este esfuerzo monumental que incluye el ferrocarril Mombasa - Nairobi de 480 kilómetros, la hidroeléctrica de Karuma en Uganda o la conexión China-Pakistán y el gran puerto de Chancay en Perú, entre muchos otros, es que esos proyectos se hacen con expertos chinos y, por tanto, no dejan el conocimiento en el país donde se desarrolla la infraestructura ni se sucede una verdadera transferencia de tecnología en el proceso. Resulta esta ser una crítica sin fundamento, ya que estas grandes obras han dado base a la formación y capacitación de ingenieros tan necesarios en los países receptores.
Reseña The Economist que “desde 2016 China ha organizado 27 centros vocacionales en una docena de países, primordialmente los más pobres. Estos Talleres Luban (llevan el nombre de un carpintero legendario del siglo quinto AC) han entrenado miles de estudiantes en campos que incluyen inteligencia artificial, vehículos eléctricos, operación ferroviaria, y robótica.” Esta es la forma más efectiva de transferencia de conocimiento porque habilita la fuerza laboral local para emprender y desarrollarse en campos de ingeniería inexistentes en los sistemas de formación de ingeniería en sus países.
En Colombia no tenemos aún un Taller Luban, entre otras porque estos colegios técnicos de ingeniería forman parte del programa de La Franja y La Ruta a la cual no pertenecemos, sin embargo ,es claro que este deseo de formar capital humano va más allá del esfuerzo gubernamental y está arraigado en la cultura empresarial de las empresas chinas operando en nuestros países. Y para la muestra un botón: La empresa Metro Línea 1, empresa concesionaria encargada de la construcción de la primera línea del metro, está implementando un programa consistente en seleccionar de las facultades de ingeniería de las universidades colombianas, jóvenes ingenieros para que vayan a China por un período de 15 meses a formarse en temas relacionados con la construcción y operación de sistemas metros y ferroviarios.
Diez jóvenes talentos ya están en Xian capacitándose y en unos días sale un contingente de 40 muchachos y muchachas que volverán al país con conocimientos destrezas y competencias de las que hoy carecemos, ya que en ninguna universidad del país se ofrece formación en sistemas ferroviarios. Serán estos jóvenes quienes a partir de 2028 que entre en operación la línea 1 del metro de Bogotá estarán a cargo de su correcto funcionamiento.