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Analistas 24/10/2023

El fenómeno Milei

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Argentina nunca deja de sorprender tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista económico. En lo político, lo sorprendente ha sido ese vínculo atávico con el Peronismo que llevó a la presidencia a Juan Domingo Perón en tres ocasiones, la última viejo y al borde de la muerte en 1973 con la fórmula vicepresidencial de su esposa. No obstante, su muerte y el fallido gobierno de su cónyuge que terminó en otro golpe militar, el peronismo siguió vivo.

Como peronista fue elegido Carlos Menem, que en el gobierno se apartó de las políticas tradicionales estatistas del justicialismo y le siguió Néstor Kishner, otro peronista, quien personalmente o a través de su señora, Cristina, ha ostentado el poder hasta la fecha. Sorprende que más allá del fracaso económico y de los conocidos casos de corrupción, el peronismo se ha mantenido en el poder. En las elecciones del pasado domingo, el Ministro de Hacienda peronista, responsable de una inflación de 138%, obtuvo la minoría mas alta e irá al balotaje con Milei.

En lo económico sorprende aún más. Al economista y premio Nobel, Simón Kuznets, se le atribuye haber dicho que hay cuatro tipos de países; los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y Argentina. Argentina entra en esa extraña figura de país en vías de subdesarrollo. La que fuera la primera o segunda economía del mundo a la vuelta del siglo XX, capaz de atraer migraciones europeas masivas, ha pasado en estos 120 años a ser el país número 66 en el ranking de ingreso per cápita. Famosa por sus recurrentes hiperinflaciones propias de gobiernos que encontraron en el asistencialismo basado en gasto público la fórmula de cumplir la promesa política de una propuesta en que todo el bienestar de la población recaía en el Estado, hoy compite en su inflación con Venezuela y su moneda es la más devaluada del hemisferio.

Como contrapropuesta al estatismo exacerbado que llevó al Estado a tener que responder por todo, sin que existan los recursos para ello, surgió un Liberal Libertario, como él mismo se denomina. Un economista excéntrico que se convirtió en celebridad de la pantalla chica como comentarista económico. Un economista que ha bautizado a uno de sus mastines como Milton en honor de Milton Friedman, y que tiene, más allá de sus locuras, una excelente formación económica con post grados en las mejores universidades de Argentina, es la revolución política y el elegido al balotaje en las elecciones del pasado domingo.

Su discurso es claro: disminuir el gasto del gobierno, controlar la inflación y devolver el poder adquisitivo a la moneda mediante la dolarización, acabar con la economía asistencialista y entregarles a las fuerzas del mercado la eficiencia de la economía. Una propuesta más radical, pero en la misma línea que la de Patricia Bullrich, candidata de Juntos por el Cambio, que se llevó 26% de la votación. En total, 56%% de los electores prefirieron el libre mercado, y entre más radical, mejor.

La ineficiencia del Estado es el mal que se esconde detrás de esta avalancha. Ineficacia, producto de la corrupción y del manejo politizado de los recursos públicos que no están a cargo de una burocracia eficiente, sino de agentes políticos que no tienen ni la capacidad ni la idoneidad de manejar esos recursos.

Es un poderoso mensaje en una región que recientemente ha escogido una izquierda estatizante. Mensaje que acompaña el éxito de unas primarias de la oposición en Venezuela.

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