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Mucho se ha escrito sobre los criterios que utiliza el gobierno para calificar la clase media, y más aun sobre el concepto mismo de clase media. Según el Dane son de clase media los que ganan entre $600.000 y $3 millones y de ahí para arriba están los ricos y de ahí para abajo están los pobres y vulnerables. Estos criterios distan mucho de la noción que todos tenemos de lo que constituye ser de clase media. Veamos.
Si el ingreso promedio de este grupo es de $1.800.000 y tienen un núcleo familiar de cuatro personas, difícilmente podrán acceder a los bienes y servicios que cualquiera identificaría con la clase media. Es claro que no le alcanzaría para la cuota inicial de un apartamento y carro nuevo, mucho menos a mandar a los hijos a colegios privados o acceder a cualquier sistema de salud que se salga de las EPS. Pero por qué habría de buscar a alguien de clase media en educación privada existiendo la pública y servicios médicos diferentes a los de las EPS (si es que está formalizado y cotiza) y porque no podría adquirir vivienda. En el caso de los dos primeros servicios el problema es de calidad. Los colegios públicos no alcanzan los niveles de excelencia de los privados, o al menos eso indican las pruebas Ecaes. Los noticieros tienen ya casi institucionalizada la sección de reclamos de las EPS mientras la realidad muestra saqueos como el de Saludcoop.
En cuanto a vivienda las cuentas son fáciles. En una ciudad como Bogotá el metro cuadrado de una propiedad para una familia de clase media esta alrededor de $4 millones. Un apartamento de 80 metros valdría $320 millones y la cuota inicial $96 millones (30%). ¡¡Si esa familia ahorra 30% de su ingreso para vivienda necesitaría ahorrar 17 años!! Claro que si la señora trabaja las cargas se pueden mejorar.
Mas allá de estos esfuerzos familiares que logran la casita y el carrito, lo cierto es que esta clase media se refiere a quienes están formalizados, tienen empleo, acceden al sistema bancario y son beneficiarios de una tarjeta de crédito que les permite endeudarse a una tasa promedio cercana a 26% anual, cuando la inflación esta entre 3 y 4% y con ese margen de 22% se las arreglan los bancos. Acceden también a los bienes de consumo que están gravados con IVA y por tanto son contribuyentes fijos sin posibilidad de evasión o elusión. Si por algún azar ese miembro de la clase media logra conseguirse un rebusque extra que complemente sus ingresos deberá cotizar nuevamente al excelente servicio de salud o la Ugpp le caerá en materia de días con avisos perentorios.
Tenemos, según las cifras oficiales, una clase media creciente con base en la definición expuesta, pero dista esta de una categoría que dé tranquilidad económica y bienestar a quienes quedan allí clasificados. Tal vez se denomine clase media porque está media endeudada con las tarjetas de crédito a tope y los pagos hipotecarios, media angustiada de tener que recurrir a una cita médica con su EPS, media desesperada con los sistema de transporte público que tiene que usar y media frustrada con la calidad de educación que reciben sus hijos.
La construcción de una población con bienestar está en la calidad de los bienes públicos no en clasificaciones de ingresos, que sean arbitrarias o no. La movilidad social de la clase vulnerable a la media y de esta a la de mayores ingresos se logra con educación, salud y servicios públicos de calidad. Cuando los tengamos podremos cacarear respecto a nuestra clase media.