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En días pasados el gobierno anunció que Colombia procedería a suscribir la iniciativa de La Franja y Ruta (Belt and Road Initiative - BRI), un programa lanzado por el presidente Xi Jinping en 2013 para dotar de infraestructura en todo el mundo con el objetivo de facilitar el comercio y la interconexión entre los países. A este programa del gobierno chino ya se han unido más de 140 países que se han beneficiado de grandes proyectos de infraestructura que incluyen puertos, vías y aeropuertos entre otros, y en la región 22 países de América Latina y el Caribe han suscrito esta alianza. Colombia estaba en mora.
La antesala de este avance tan importante para la diversificación de las relaciones económica internacionales de Colombia, fue la visita del presidente Petro en 2023 en la cual se suscribió un acuerdo de Asociación Estratégica, y como parte de esta asociación el canciller Murillo viajó a China para discutir los términos de la adhesión de Colombia a esta iniciativa. La importancia de este hito en nuestras relaciones internacionales en términos de diversificación geográfica es clara. Adicionalmente hay que tener en cuenta los niveles de inversión directa e indirecta en programas relacionados con BRI en la región, que a la fecha suman más de US$1,3 billones. Entre estas inversiones cabe destacar el gran puerto de Chancay en el Perú con una inversión de US$3.500 y el liderazgo de la compañía naviera Cosco y que posicionará a Perú como el Hub más importante en el comercio con oriente en toda la región. Perú adicionalmente tiene suscrito un TLC con China.
La inversión extranjera china se había centrado en una primera instancia en la explotación de recursos naturales, pero a raíz de esta iniciativa la inversión se ha ido moviendo hacía la infraestructura aprovechando la gran fortaleza que tiene china con sus compañías navieras, ferroviarias y de ingeniería. Si bien en Colombia tenemos ya presencia de la empresa de ingeniería Chec que está liderando la construcción del metro de Bogotá, esta obra no forma parte del programa mencionado y en su financiación juega un papel importante la banca multilateral. Hay pues, todavía grandes oportunidades en el sector de infraestructura y los desarrollos concomitantes derivados de esta adhesión.
Si de algo adolece Colombia es de falta de infraestructura y si bien se han hecho algunos esfuerzos con las vías 5G, estamos en pañales en cuanto desarrollo ferroviario y rezagados en materias portuaria y aeroportuaria. Tan solo el puerto de Cartagena figura entre los diez puertos más importantes de América Latina, mientras que si bien el aeropuerto de Bogotá es el que más carga mueve en la región, su infraestructura requiere grandes inversiones. A pesar de los grandes anuncios de nuevas rutas férreas, la verdad es que seguimos reciclando viejos rieles que datan de la primera mitad del siglo pasado, y participar en la BRI puede ser la oportunidad para dar ese salto cualitativo que tanto requerimos.
Una preocupación que ha surgido respecto a algunos de los proyectos asociados a BRI ha sido los altos niveles de endeudamiento, así que Colombia que ya cuenta con altos niveles de endeudamiento debe buscar que esta infraestructura sea el resultado de inversión extranjera directa y que además sea una plataforma para inversión en los sectores de tecnología e industria aprovechando la ola de “nearshoring” que podría acabar impulsando una transición productiva.