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Analistas 13/08/2024

Liderazgo

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Colombia está carente de nuevos liderazgos y eso se está siendo evidente de cara a la próxima contienda electoral. En efecto dentro del espectro político de lo que ahora se conoce como centro izquierda, centro y centro derecha, es decir el “establecimiento” tradicional, siguen los mismos liderazgos de hace 30 años.

En efecto, cuando uno se asoma a los liderazgos de ese espectro político se encuentra con los mismos. El expresidente Álvaro Uribe sigue siendo el líder único de la derecha al punto que los candidatos que postula su partido no son nuevos liderazgos surgidos en el quehacer político, sino simplemente el señalado por el caudillo. Así llegaron a la presidencia Juan Manuel Santos e Iván Duque y así se definirá el posible candidato de esa tendencia para 2026. Qué no decir del otrora glorioso Partido Liberal, que sigue comandado por un adulto mayor quién llegó a la presidencia hace 34 años, mientras el Partido Conservador se debate entre Andrés Pastrana que llegó al poder hace 26 años y el actual presidente del Senado, Efraín Cepeda, un joven de 74 años.

Ha sido en la otra vertiente, la izquierda que no viene de los partidos tradicionales, que surgieron nuevos liderazgos fuera de las castas políticas tradicionales y la Alcaldía de Bogotá ha sido el escenario de esos nuevos liderazgos, primero con la alcaldía de Gustavo Petro y posteriormente con la de Claudia López. Sin embargo, allí también hay encastes de nuevos liderazgos y por eso algunos de esa tendencia ponen sus esperanzas en la reelección de Petro.

En los últimos 30 años, el país se ha transformado social y demográficamente dando paso a una nueva realidad urbana y a la transición acelerada de la ruralidad a la conurbación. La población de Bogotá que en 1990 era de 4,7 millones de habitantes hoy ronda los 11 millones con sus áreas conurbadas. Otro tanto sucedió en Medellín, Cali, Bucaramanga y Barranquilla para solo mencionar algunas ciudades de Colombia. De hecho, hoy se calcula que más de 80% de la población vive en las ciudades y solo 18% en la ruralidad.

El otro fenómeno ha sido la transición demográfica. Mientras en 1990 la base de la pirámide era ancha, representando a los menores de 15 años de edad, se iba angostando en forma de pirámide tradicional, siendo muy estrecha en los mayores de 60. Ya para 2024, con menores tasa de fertilidad en estos últimos 30 años, y una mayor longevidad, la pirámide se ha angostado en la base y se ha ampliado en el medio y la cima.

Esa nueva realidad urbana y demográfica demandaría nuevas formas de liderazgo que no están siendo evidentes. Tal vez la razón de este fenómeno tenga que ver con la agenda país, que por razones que todos conocemos relacionados con grupos armados y narcotráfico, sigue centrada en la tierra y en el control territorial de los territorios donde vive 20% de la población, desatendiendo las aspiraciones de una población urbana y de más edad que sufre otros problemas.

El drama nacional es que la política sigue enfocada en el conflicto rural, mientras que en las ciudades donde se expresaron esas nuevas realidades urbanas y demográficas que se hicieron evidentes en el “estallido social”, no hay derrotero ni liderazgos. Si bien Petro se perfiló como el líder de esa insatisfacción, hoy hay más frustración que esperanza, y las ciudades siguen ahogadas en la delincuencia común, la congestión vehicular, el deterioro del medio ambiente y de los servicios públicos.

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