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Analistas 11/04/2023

Oposición

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

La existencia de una oposición fuerte y constructiva es indispensable para una democracia y para el bienestar de cualquier país. Una oposición que proponga alternativas a la forma como debe desempeñarse la Nación y que signifique una verdadera opción de cambio mantiene una discusión inteligente sobre los principales problemas y así ayuda a la construcción de una mejor sociedad.

Esa oposición desafortunadamente no se ha visto frente al accionar del actual Gobierno. No hay duda de que el Gobierno Petro está enfocado en los principales temas del país y ha propuesto planes, programas y reformas que son absolutamente necesarios. A quien puede caberle duda que nuestro sistema político requiere un sacudón; o que se hace necesario que la atención en salud llegue a las zonas rurales y que se acaben la EPS que funcionan como negocio exclusivamente y que se conformaron alrededor de componendas políticas; o que el país debe buscar fórmulas que le permitan una mayor cobertura de pensiones sin llevar al país al país a una crisis fiscal; o que con una informalidad de alrededor de 50% de la fuerza laboral se debe avanzar en una reforma que permita el acceso de grandes sectores trabajadores a la seguridad social. Todas esta estas tareas que tiene pendiente el país deben ser prioridad para todas las fuerzas políticas, tanto del Gobierno como de la oposición.

El Gobierno, no hay duda, ha acertado en el qué, lo que no es claro es que haya acertado en el cómo. Cómo hacer realidad esos anhelos del Gobierno que deben ser los de la sociedad es la pregunta que nos hacemos los colombianos. La respuesta más fácil es decir que se deben construir consensos con las fuerzas políticas, pero a mi juicio ese ha sido el gran error que en el pasado se ha cometido, porque en el país hay incrustados intereses particulares respaldados por fuerza política. En épocas que hemos llamado a construir consensos, no ha sido mas que buscar la fórmula para perpetuar los privilegios derivados de esos intereses.

Siendo esto así, construir el camino de los cambios va a requerir inteligencia, argumentos contundentes y una gran habilidad política que no se logra a los trancazos como claramente lo han demostrado los hechos en estos días, ni con una crítica ultranza y obstinada de toda iniciativa por parte de la oposición. El debate inteligente debería buscar convencer y no vencer. La oposición debería ser una fuerza clave en hacer viables las reformas con propuestas innovadoras, mostrando el camino del cómo que en ocasiones le ha faltado al Gobierno. Pero lejos de ello, se ha lanzado con la misma terquedad que el Gobierno a un enfrentamiento que no busca lograr ningún objetivo diferente a aquel de debilitar al Gobierno en el convencimiento equivocado que ello le sirve al país y a sus intereses en el corto plazo.

Hemos visto una oposición fragmentada empecinada en marchas públicas lánguidas y en mociones de censura a funcionarios que, si bien merecen ser censurados, no logran los argumentos con la fuerza que requiere la discusión de los temas fundamentales. Parecería un contrasentido que son los partidos de la coalición de Gobierno quienes, como en el caso de la reforma a la salud, están ayudando a la viabilidad de ese cambio, no la oposición.

Una oposición que se muestre como alternativa de solución, no como obstáculo, no solo tendría mayores posibilidades, sino que se constituiría en una fuerza que ayudaría a las transformaciones que necesita el país.

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