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La candidata a la Vicepresidencia, Francia Márquez, en su discurso posterior a sus inesperados resultados electorales nos dijo que su propósito de hacer política es lograr que todos los colombianos vivamos sabroso. Este interesante llamado lo podríamos identificar como una tropicalización de la conocida invocación que hace le Constitución de los Estados Unidos a la búsqueda de la felicidad siempre y cuando supongamos que pasar sabroso conduce a la felicidad.
En varias encuestas sobre felicidad se nos ha dicho que Colombia aparece siempre en los primeros lugares del rankings internacional de la felicidad, aunque esto no es del todo cierto y la situación parece deteriorarse a la luz del último informe del World Happiness Report publicado en días pasados, donde Colombia desciende 16 puestos pasando al puesto 66 entre 150 países. Ahora bien, en el ranking de ingreso per cápita Colombia ocupa el puesto 95 entre 196 países y, como se puede observar, existe una estrecha correlación entre el puesto que el país ocupa en estos dos rankings. A mayor ingreso per cápita, mayor felicidad o, en otras palabras, se comprueba en viejo dicho de que el dinero no trae la felicidad, pero sin lugar a dudas ayuda.
El ingreso per cápita es un indicador que esconde muchas verdades, ya que ello supondría que el total del ingreso del país se distribuye equitativamente entre todos los ciudadanos, lo cual, desde luego no cierto, y menos aún en un país con una mala distribución del ingreso. Mientras la encuesta sobre la felicidad refleja la percepción personal de los encuestados y no involucra un promedio de la felicidad en la cual la gran felicidad de algunos se promedia con la infelicidad de otros, el ingreso per cápita sí supone un promedio entre quienes tienen un ingreso muy alto y aquellos que no tienen nada. Hecha esta consideración, podemos concluir que en nuestro país la felicidad no necesariamente depende del ingreso porque de ser así el índice de felicidad debería ser más bajo.
La canción de Marras tiene su fórmula de la felicidad cuando canta “el que tenga un amor que lo cuide. La salud y la platica que no la tire”. Es decir que la felicidad es una combinación de amor salud y dinero…en ese orden. ¿En esta fórmula se pregunta uno cual será el índice de amor en Colombia? Las cifras de violencia y el número de asesinatos que registran los medios a diario dirían que no es mucho nuestro amor al prójimo, pero en aras de explicar nuestro posicionamiento en el mundo de felicidad aceptemos que existe gran amor en la familia, que por demás es hoy en día en Colombia un concepto diferente al del imaginario de un padre, una madre y unos hijos. También aceptemos que en un país con alto consumo del alcohol, la exaltación del amor es un paso previo a la violencia, así que para algunos de nuestros compatriotas la violencia no necesariamente significa falta de amor. Nuevamente este es un concepto subjetivo. No así la salud, que bien se puede medir por cobertura y atención, y en este campo la felicidad de los colombianos se ve afectada por deficiencias en el servicio, aunque debemos reconocer que a diferencia de muchos países tenemos cobertura universal. Sobre la platica, ya hablamos y de eso no nos preocupamos tanto porque no hay!!!
Hechas las anteriores consideraciones, me sigue quedando la duda sobre la fórmula, en términos de política pública, para que los colombianos pasemos sabroso.