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Varios economistas desde Khaneman hasta Thaler más recientemente han introducido la sicología en el estudio del comportamiento económico desvirtuando que el “homus economicus” se comporte siempre racionalmente. Cada vez es más claro que otros factores diferentes a la racionalidad y a la maximización del beneficio, determinan el comportamiento de los agentes económicos. Son factores emocionales y hasta pasionales los que frecuentemente llevan a que se de un comportamiento económico que puede y suele ser contrario a lo que la racionalidad o realidad recomendarían.
Lo grave de este comportamiento es que al fin de cuentas puede que esa percepción arrastre y cambie la realidad económica. Es por ello que cada vez damos más importancia a las encuestas de percepción por que finalmente esa percepción, que no es necesariamente racional, determinará el quehacer económico.
Esta pequeña reflexión para: primero, registrar que la economía colombiana esta mostrando síntomas de recuperación evidentes. Un buen comportamiento en las cifras del último trimestre de 2017, un aumento en el precio del petróleo que ayudará a las finanzas públicas y una notable tendencia a reducir el déficit comercial son algunos de los hechos que la prensa económica ha registrado. Este mensaje lo han entendido bien quienes lejos de las pasiones y el peso de los acontecimientos sociales registran estas tendencias. Es el caso del Fondo Monetario Internacional que pronostica un crecimiento mayor en 2018 de 2,7%, y las agencias crediticias que ven minimizado el riesgo fiscal y confían en la disciplina de un próximo gobierno.
Desafortunadamente para Colombia frente a esta realidad, existe ese peso de la percepción, afectada por pasiones políticas y por realidades del conflicto social que pueden dar al traste con esa tendencia favorable. En primera instancia está el fenómeno electoral que ha despertado grandes pasiones y que frente a los posibles resultados genera pánico o malestar económico. En ambos extremos del espectro polarizado se lanzan alertas contra sus opositores. El terror que genera un triunfo del candidato Petro, es a mi juicio exagerado, y las ridiculeces de los antiuribistas que han llegado a hacer campañas en las redes sociales para no usar o consumir marcas que han apoyado al candidato Duque no tienen racionalidad. Espero que estos fanáticos no acaben absteniéndose de la gran literatura de Vagas Llosa (No Vargas Lleras). Una y otra posición generan incertidumbre en la economía y obliga a los agentes económicos a no aprovechar la coyuntura favorable.
El otro gran enemigo del bienestar económico que se vislumbra son los conflictos sociales que se han derivado de una total incapacidad del estado para manejar el posconflicto. No fue capaz el Estado de ocupar los espacios militares, territoriales y delincuenciales que dejaron las Farc. Consecuencia de ello el Catatumbo esta en llamas y la costa pacifica de Tumaco tomada por el narcotráfico y la delincuencia. Los cultivos de coca florecen y la preocupación internacional por la incapacidad de Estado genera también incertidumbre en la inversión extranjera. Si a ello se suma las claras manifestaciones de una corrupción generalizada el panorama es de desconfianza. La desconfianza genera incertidumbre y miedo que amenazan la recuperación de la economía.
¿Seremos capaces de buscar la racionalidad que nos permita seguir por la senda del crecimiento, combatiendo las causas de la zozobra con sensatez y desde luego con presencia del estado y justicia?