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El tema de la pobreza es el principal argumento del Gobierno para su discurso polarizante. Como en muchos regímenes populistas, los pobres son parte central del discurso, pero la acción del Gobierno no está conduciendo a una diminución de la pobreza. Al discurso de la pobreza se suma generalmente el de la desigualdad como si necesariamente existiese una relación directa de la desigualdad con la pobreza.
Colombia es sin lugar a dudas un país con cifras vergonzosas en materia de pobreza y desigualdad. Según la última información del Dane, en el país vivían en 2022, 18.331.941 de colombianos en situación de pobreza monetaria mientras que 6.904.501 vivían en pobreza extrema. Esas cifras son inaceptables y superar esta tragedia debe ser propósito de la sociedad colombiana. Colombia tiene igualmente cifras preocupantes en materia de desigualdad mostrando un coeficiente de Gini de 0,556.
Mientras la pobreza se concentra en las regiones de la costa Atlántica y Pacífica, con extremos como el de Quibdó, donde 64,8% de la población vive por debajo de la línea de pobreza, y varias ciudades de la costa con más de 50% de la población en esa condición, se encuentran ciudades con menor pobreza en la zona cafetera (Armenia, Manizales, Pereira y Medellín) y en Bogotá todas con 30% o menos de su población en situación de pobreza.
No parece existir una alta correlación entre pobreza y desigualdad. Algunas de las ciudades con mayor pobreza, tienen un Gini más bajo (Valledupar), mientras Bogotá y Medellín con los porcentajes más bajos de pobres , tienen Gini de 0,549 y 0,512 respectivamente. Lo que sí es evidente es que los países con menor Gini son generalmente países mas ricos que aquellos con malos indicadores. La pregunta es si a mayor igualdad mayor riqueza o si por el contrario a mayor riqueza se logra mayor igualdad. Hay teorías económicas para las dos alternativas, pero ninguna de la dos contempla buscar mayor equidad mediante la destrucción de riqueza.
Miremos los casos de Venezuela y de Nicaragua con gobiernos progresista durante varios años. El Gini de Venezuela es 0,58, peor que el de Colombia, mientras Nicaragua ha logrado un mejor índice con 0,462. No así en pobreza ya que en este país 40% de la población vive por debajo de la línea de pobreza. En Venezuela el porcentaje de población debajo de la línea de pobreza es según el Banco Mundial de 39%. En los últimos ocho años Venezuela perdió 80% de su PIB, mientras Nicaragua es el segundo país más pobre de la región después de Haití y depende de las remesas de quienes emigraron a los EE.UU.
Colombia tubo este primer semestre una contracción del PIB en términos per cápita y más preocupante registro una contracción de 15% en la formación bruta de capital, lo que significa que no habrá inversión para dinamizar la economía en el futuro cercano. Con ello no logramos reducción de la pobreza ni mayor igualdad más allá de los discursos. La catarata de subsidio sin duda aliviará la presión monetaria en los sectores más vulnerables, pero más allá de la sostenibilidad del esquema, para ello no es necesario desbaratar lo que existe. De hecho, en la medición de la pobreza multidimensional el mejor indicador es el acceso a salud gracias a un sistema que se pretende demoler.
La pobreza solo se combate creando mayor riqueza y con un Estado eficiente y transparente que logre que los impuestos lleguen a donde deben llegar, construyendo equidad, y no a los padres de la patria.