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Analistas 02/10/2018

¿Por qué no exportamos?

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

En la década de las sesenta se hicieron famosos Ana y Jaime con la canción protesta. Su canción estrella era café y petróleo: “cumbia del mar... a cinco el saco, a ocho el barril; vendo, vendo, vendo, vendo, vendo, ¿quién da más?, ¿nadie da más? Entonces vendido a la Cofee Petroleum Company”. Se trataba desde luego de una perfecta radiografía de nuestro comercio exterior.

Dependíamos entonces del café y del petróleo y de los precios de estos bienes en los mercados internacionales para poder palear nuestra precaria existencia.

Lo insólito es que próximos a terminar la segunda década del siguiente siglo al fue compuesta esta consigna, ¡seguimos dependiendo del café y petróleo! Han transcurrido 50 años, y Ana y Jaime hacen ocasionalmente presentaciones donde su canción cobra vigencia. Ahora estamos empatados.

El precio del café esta por el suelo y nuestros caficultores están pasando las duras y las maduras mientras que por obra de la divina providencia, y de China, Irán, Venezuela y la Opep, el precio del petróleo está otra vez por las nubes. La pregunta que surge es, desde luego, por qué no hemos podido diversificar nuestras exportaciones.

Nos hemos gastado enormes presupuestos en promoción. Se creó Proexpo, que se transformó en Proexport, que su vez se transformó en Procolombia, pero ni el cambio de nombre ni las diferentes estrategia han logrado la anhelada diversificación. Hay algunos casos de éxito, desafortunadamente conta- dos con los dedos de la mano y que no suman más de uno por década.

Primero estuvo el milagro de las flores, luego el del palma, estos dos con exportaciones que pasan los US$500 millones; luego vino el milagro de uchuva, que el año pasado nos generó una cifra cercana a los US$30 millones; y ahora el país entero, extrema derecha, centro y extrema izquierda (Petro) le apunta al aguacate. Le auguro grandes éxitos a esta nueva apuesta.

Perú y Chile, que han sido enormemente exitosos en la exportación de aguacate, colocan en el mercado internacional US$600 millones y US$390 millones, respectivamente.

Nadie parece tener la fórmula y todos los que hemos pasado por el sector hemos fracasado. Como tal vez no exista fórmula mágica, propongo unos parámetros metodológicos para abordar el problema.
Pregunta: en este siglo XXI, ¿dónde están las oportunidades para un país con las características de Colombia. En la industria, en la agricultura o en los servicios (economía Naranja)?

Primero sugeriría estudiar qué fue lo que hicimos bien en los casos de éxito de flores y aceite de palma, y qué están haciendo bien industrias como Tecnoglass y Sempertex en Barranquilla. Analicemos con detenimiento qué hizo México para pasar en 20 años de ser un país petrolero a ser un exportador de bienes industriales, y más recientemente de hortalizas y frutas.

Tomemos los ejemplos de Perú y Chile, que en poco tiempo se han convertido en importantes exportadores agrícolas. Y finalmente repasemos la experiencia de Costa Rica, que se ha convertido en líder de ciertos sectores de alta tecnología y en exportadores de servicios de alto valor.

En todos estos ejemplos encontramos unos factores comunes: un gran apoyo del Estado en la época de despeje, grandes volúmenes de inversión extranjera en los sectores de interés, altos niveles de educación, claridad en la propiedad de la tierra. Con precios bajo de petróleo exportamos US$800 per cápita, que es la cifra más baja de Suramérica, así que tenemos que ponernos a la tarea.

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