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Analistas 09/04/2024

Refundar La República

Carlos Ronderos
Consultor en Comercio y Negocios Internacionales

Refundar un Estado diseñando en él una nueva estructura política, social y económica generalmente es el resultado de una revolución que expresa una coyuntura histórica, en la cual el pueblo se subleva contra la estructura existente y surge con ello un nuevo régimen. La historia nos ha mostrado que estas transiciones son el resultado de procesos violentos, en los cuales unas fuerzas revolucionarias deponen los poderes existentes y, por lo tanto, sobra decir, suceden fuera del ámbito de la democracia.

Estos han sido los casos de la Primera República francesa y más cerca nosotros el del nacimiento de la República de Colombia, que surge del proceso revolucionario que lideró militarmente Bolívar y que acabó con el régimen colonial.

Lo que sucedió el 7 de agosto de 2022 no fue una revolución, ni las manifestaciones de inconformidad social que se expresaron previo a las elecciones que se sucedieron en esa fecha fueron una expresión del pueblo demandando un cambio de régimen.

Lo que hubo en este reciente período de nuestra historia fue el resultado lógico del deterioro en la calidad de vida de amplios sectores de la población, fuertemente impactados por las medidas que se tomaron, no solo en Colombia, para mitigar el impacto de la pandemia.

La gente en las calles no reclamaba un cambio de régimen, sino más empleo y posibilidades de educación para los jóvenes y medidas que amortiguaran la enorme caída que sufrió la economía en 2020 y 2021.

Igualmente, cuando dentro de las normas de una democracia, la gente salió a votar ese 7 de agosto, no lo hizo con el fin de destruir el Estado existente, sino de explorar nuevas alternativas en el manejo del Estado. Por ese cambio, salieron los ciudadanos a votar masivamente por dos candidatos que de alguna forma significaban un cambio de rumbo.

Usando un anglicismo podemos decir que tanto el ingeniero Hernández como el senador Petro eran “outsiders”, y proponían desde una esquina una lucha frontal contra la corrupción (que no resultó tener mucho fundamento) y desde la otra una lucha frontal contra la pobreza y la desigualdad (que tampoco se está logrando).

Las cifras de votantes tanto para un candidato como para el otro superaron todas las de elecciones anteriores y son muestra de un fortalecimiento de la democracia colombiana. La gente se movilizó convencida que dentro de las reglas de juego existentes se podrían lograr avances en los frentes propuestos por los candidatos.

Ganó por un margen pequeño la propuesta Petro, pero quienes votaron por esta fórmula no lo hicieron por el revolucionario en armas, ni por instituir un nuevo régimen, sino por el luchador que entendió la democracia, se acogió a las instituciones y buscó trinchera en una curul haciendo valer la independencia del Congreso.

A medida que pasan los meses esa realidad parece desvanecerse. Quien ganó en las urnas pretende una revolución y una refundación de la República, desconociendo las voces de quienes perdieron y poniendo en tela de juicio la valía del Congreso cuando no responde a sus deseos, desconociendo así el espacio que el estado le otorgó a sus propuestas.

El mandato que recibió Petro no fue el de refundar la Nación bajo un régimen estatista, sino el de adelantar, dentro de las normas y el marco constitucional existente y convocando a todas las fuerzas, las acciones que ayuden a superar la pobreza. Está haciendo todo lo contrario.

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