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Colombia es un gran importador de cereales y el nuevo gobierno quiere mediante una reforma agraria que esos cereales que importamos sean producidos en el país en virtud de una reforma agraria. Tan solo de las partidas arancelaria 10 (Cereales) y 23 (preparaciones animales que incluye tortas de soya y otros alimentos procesados) Colombia importó en 2021, 10,7 millones de toneladas. Esta cifra es la que ha desatado el debate sobre importación de alimentos y que lleva a plantear que, en vez de importar todos estos alimentos podemos producirlos en las tierras que hoy están dedicadas a la ganadería extensiva.
Esta verdad tiene sus complicaciones que es necesario revisar ya que es más fácil decirlo que hacerlo. Algunos problemas se le atraviesan a este noble propósito. Partamos de principios básicos de comercio exterior; Colombia importa estos alimentos por la sencilla razón que es mas barato importarlos que producirlos (Adam Smith y David Ricardo). Esos cereales y esas preparaciones alimenticias entran al país a precios competitivos porque sobre ellos no pesan restricciones arancelarias en virtud de los tratados de libre comercio que país ha firmado durante años. De esas 10,7 millones de toneladas que importamos 6,5 millones (70%) viene de los Estados Unidos, 12% provienes de Canadá país con el que también tenemos tratado y casi todas las demás importaciones provienen de Mercosur que entran en virtud del tratado CAN-Mercosur.
Con estas cifras a la mano es evidente que todo el planteamiento del gobierno Petro en torno a esta sustitución de importaciones debe pasar por renegociar los tratados de libre comercio y esta tarea debe empezar por aquel de los Estados Unidos que es el que mas pesa. ¿Qué tan factible es esto? En la región el único tratado que ha renegociado EE.UU. es el de México y no les fue muy bien.
Si bien los demócratas, ahora en el poder, se han opuesto a los tratados libre comercio por presión de los sindicatos ello no quiere decir necesariamente que estén dispuestos a renegociar un tratado particularmente en temas arancelarios, que es un capítulo que requeriría borrón y cuenta nueva. No hay duda de que el gobierno Biden esta buscando nuevos amigos en medio de esta nueva guerra fría.
Acercamientos con Venezuela, mas recientemente estrechando la mano del Príncipe Mohammed Bin Salam de Arabia Saudita presunto responsable asesinato del periodista Khashoggi y finalmente la llamada oportuna y temprana al electo presidente de izquierda de Colombia. La pregunta es si este deseo de amistad da para sacrificar mas de US$4.000 millones de exportaciones estando en las puertas de una recesión. No parecería muy probable y por tanto no le auguro mucho éxito a la iniciativa lo que llevaría, si el gobierno Petro insiste en el tema, a denunciar el tratado y enrarecer la relaciones con los EE.UU.
La otra razón de este improbable es la productividad. Para competir con EE.UU. y que no se eleven los costos de los alimentos, necesitaríamos una producción de granos que alcance las 11 toneladas por hectárea en cultivos de maíz . Para lograr esto se requieren grandes inversiones en mejoramiento de tierras, distritos de riego y otra infraestructura que toman años. Es, sin lugar a dudas, oportuno que se empiece esa tarea, pero para ello no es necesario poner en jaque la ganadería y pelear con los amigos, particularmente con nuestro principal socio comercial.