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En el siglo XIX el mexicano Nemesio García acuñó la famosa frase de “México tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”, que cobra vigencia desafortunadamente no solo para México, sino también para Colombia. En efecto en estos días estamos viendo la amenaza de cerrar la frontera entre Estados Unidos y México si este último no implementa medidas parar la migración de centroamericanos a los Estados Unidos, mientras el presidente Duque recibe regaños por no reducir los cultivos de coca. No es seguro que la migraciones y el auge de la coca se deban a la ira del Señor, pero se debe sin lugar a dudas, a la cercanía con los Estados Unidos.
Con el avance de las comunicaciones y la disminución de las dimensiones de espacio, la cercanía a los Estados Unidos está siendo un problema para Colombia a pesar de no compartir frontera con ese país. Colombia al igual que el país azteca tiene en Estados Unidos su principal socio comercial, y su principal aliado estratégico. Ambos países han suscrito tratados de comercio con el coloso del norte y ambos países están sacudidos por el florecimiento del narcotráfico y la violencia.
Así como se firman tratados de comercio en razón a la cercanía y a la vocación natural del comercio, como bien lo establece la teoría de comercio exterior (Modelos Gravitacionales), esas mismas fuerzas de mercado llevan a que los negocios ilícitos tengan destinos comerciales iguales .
En Estados Unidos, el aguacate tiene una gran demanda y en consecuencia México produce casi US$1.000 millones en aguacate para ese mercado y Colombia ha encontrado en ese producto la nueva línea de expansión comercial. Cosa similar sucede con la droga. Existe en EE.UU. una gran demanda por cocaína y, en consecuencia, se genera una oferta y una estructura comercial que atiende esa demanda y, como se ha repetido hasta la saciedad, si no disminuye la demanda, no disminuirá la oferta.
A diferencia del aguacate, el tráfico de cocaína es ilegal, y eso genera una plusvalía que no es el caso de la fruta. La ilegalidad no produce solamente fenómenos de violencia y corrupción, sino utilidades extraordinarias para quienes a través de monopolio de la violencia ejercen el dominio de este mercado. Tal vez si el mercado no estuviera tan cerca, Colombia y México no sufrirían la tragedia del narcotráfico. El boom de la siembra legal de cultivos de marihuana en Colombia no es más que resultado de fuerzas de un mercado, cercano y legalizado como lo son de Canadá y algunos estados de la Unión Americana, no solo para el uso medicinal sino también para el recreativo y es satisfactorio que estos cultivos no estén generando violencia , como sucede con el comercio de marihuana en la película de Ciro Guerra, sino empleos en el altiplano.
Pero como todo tiene que ver con todo, los regaños al presidente Duque de parte del principal socio y aliado en los últimos días es producto de la cercanía, y ahí sí diría yo, de lo lejos que este país del Sagrado Corazón está de Dios. Tiene que ver con la cercanía al mercado de la coca, como también tiene que ver la alianza que con Trump y Pompeo hemos hecho frente a Venezuela, que a su vez tiene que ver con la coca. El aliado natural pero a la vez el crítico feroz. Se ha formado en la relación de Colombia y México con Estados Unidos un sancocho de coca, dictadura, imposición y mercados lucrativos que está generando incertidumbre en estos dos países y que solo tendrá solución en la cooperación y solidaridad que debe darse entre naciones amigas.