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Mucho se ha discutido acerca de la causa de la violencia y en la mayoría de los casos esta se asocia con la riqueza o con la pobreza, que al fin y al cabo son dos caras de la misma moneda. Para Marx, la violencia se originaba en el deseo desmedido de acumulación de riqueza de capitalismo, mientras que para muchos de sus seguidores contemporáneos esa violencia se origina en la pobreza, ya que ella despierta en los afectados un sentimiento de injusticia que los lleva a la violencia.
Algunos teóricos más sofisticados asocian la violencia no a la pobreza en sí misma, sino a la desigualdad, lo que equivale a afirmar que la frustración que generan las inequidades en una sociedad lleva a que los menos favorecidos manifiesten su descontento mediante la violencia.
Sin pretender un ensayo académico, vale la pena reflexionar sobre las causas de la violencia en nuestra violenta República. Si bien en la historia reciente de Colombia tenemos un periodo que los historiadores han dado en llamar “La Violencia”, que corresponde a los años comprendidos en finales de la década de los 30 del siglo pasado y la creación del Frente Nacional, lo cierto es que las manifestaciones de violencia son tanto anteriores como posteriores a este período y casi podríamos afirmar que nuestra historia republicana ha estado marcada por la violencia.
Las múltiples guerras civiles del siglo XIX que terminaron en el gran conflicto de la Guerra de los Mil Días provocaron hechos de violencia política que han sido ampliamente documentados. Después de 30 años de hegemonía conservadora en la transición hacia el siglo XX, que no estuvieron exentos de violencia, vino una transición traumática que dio origen a una violencia partidista que se prolongó por más de 40 años.
Esta violencia no fue una confrontación entre ricos y pobres, si bien los pobres pusieron la mayor cantidad de muertos, sino una violencia instigada por la política desde los intereses mezquinos de la dirigencia política de liberales y conservadores. No se mataba a alguien por rico sino por ser liberal o conservador.
Con el surgimiento del Frente Nacional se hizo evidente que había un pacto de silencio y que ninguno de los instigadores de la violencia respondería por su incitación y en muchos casos por sus acciones violentas. Ese pacto de impunidad produjo otra violencia ahora con tintes de lucha de clases, resultado de la internacionalización de comunismo y de la reproducción del discurso justiciero de la revolución cubana.
Esta nueva forma de violencia si se justificaba en la pobreza y en la inequidad, pero al igual que en las anteriores violencias fueron los pobres los que más sufrieron y siguen sufriendo esa violencia.
Paralelo a la violencia justiciera de los grupos alzados en armas fue surgiendo una violencia asociada a la riqueza del narcotráfico y con el pasar de los años estas se fueron fusionando al punto que mientras los primeros entraban al negocio los segundos reclamaban estatus político.
Dos procesos de paz con el M-19 y las Farc no fueron suficientes para apaciguar la violencia a pesar de la benevolencia de la justicia y la sociedad. Todo parece indicar que más allá de la confrontación entre ricos y pobres nuestra endémica violencia está hoy en día asociada a la acumulación de nuevas riquezas, producto del capitalismo salvaje de crimen y si eso es así la violencia no se acabará mientras persista ese modelo de acumulación que no permite el accionar de la justicia.